34. El Oasis

360 37 14
                                    

Los seguí directo al centro del Oasis...
Amiter y Huntlow caminaban unos metros frente a mi... susurrando cosas entre ellos, peleando, como la primera vez que los vi.
Yo iba mas atrás, viendo los nombres de la pared...
...e intentando convencerme de que seguirlos era la mejor opción, y confiando plenamente en que Low estaría de mi lado si las demás "Mezclas" intentaban "comerme viva".
Técnicamente era como... mi hermano.
O... mi "yo" de otro universo...
Era extraño imaginarme de otra manera, o imaginarme creciendo en un mundo donde naciste con un propósito que no fue definido por ti.

Es decir, en mi hogar... no tenía la presión de luchar en una guerra interminable, ni de ser un "arma mágica" contra una persona que ni si quiera conozco.
Allá... tenía restricciones, si. Pero... crecí rodeada de esperanza, y es algo que no había apreciado tanto, hasta el día de hoy.
Amo mi vida... y... extraño mi vida.

—Último viaje, sube—
La voz de Low me sacó de mis pensamientos, y noté que apuntó a otro carrito de mina sobre vías dirigidas a la derecha, obedecí, y subí.
Tanto Ter como Low se mantuvieron fuera del carrito, sosteniéndose de los bordes y dejándome a mi adentro.

¿Van a decirme quién fue la persona que les contó del Coleccionista...?— Pregunté, específicamente a Ter, pero sin dejar a Huntlow fuera de la conversación.

Amiter solo me sonrió.
Era...
No. Ni si quiera sabía cómo describir dicha sonrisa.
Pero era claro que no me diría nada.

Sujétate— Me dijo Low, empujando el carrito y haciendo que este bajara por la vía.

Fue un camino largo, pero rápido... como una montaña rusa hacia el fondo de algún tipo de escondite. No pude evitar gritar.
La gravedad, la intensidad, la velocidad...
Y finalmente, la manera en que el carrito se detuvo de golpe al final de la vía.

Me había escondido en el carrito y saqué mi cabeza, viendo a mi alrededor...
Habíamos llegado al Oasis.

Un gran refugio, hogar de todas las Mezclas...
Había un gran graffiti en la pared que decía la palabra... "MeZklas" en grande
Lo cual... era extraño. Es decir... así no se escribe.
Pero ¿Qué les ha de preocupar el cómo se escribe una palabra? Digo, estos chicos están viviendo una guerra, no se le puede ser tan exigente.

Me mantuve dentro del carrito unos momentos
La cueva era enorme... había un gran fuego en el centro, como una fogata... adolescentes cocinando algo... que no me atreví a preguntar qué era.
Habían varas de metal que llegaban de un extremos del lugar, al otro... como una especie de tirolesa en miniatura... y pequeñas construcciones de madera y túneles que llevaban a varias habitaciones improvisadas, con literas y camas.

Era... como una ciudad subterránea dirigida por adolescentes y niños.
Las paredes estaban garabateadas con carbón, y gises de colores, y si veías el lado bueno, era un sitio realmente acogedor.

—Wow...—

—¡Cuidaaaaaaado...!—
Me agaché al ver que justamente sobre el carrito de mina pasaba una de las tirolesas del lugar, peligrosamente cerca del suelo, y una niña de cabello azul me advirtió que me moviera para no chocar conmigo. Cuando la chiquilla pasó, me levanté de nuevo.

—¿Y eso?— Pregunté apuntando a los sistemas aéreos que además de parecer utiles, eran usados como área de juegos.

—Las tirolesas... sirven para enviar paquetes de un lado del Oasis al otro... o mensajes, o armamento, o... prácticamente lo que sea. Pero... también es un buen medio de transporte, suele ser usado por los más pequeños—

—¿Los más pequeños?—

—No todos fuimos creados al mismo tiempo para la misma causa, Winter— Explicó Amiter, cruzada de brazos, orgullosa de el pequeño hogar que han creado, —Low y yo, por ejemplo, fuimos de los primeros. Pero poco a poco... con el paso de los años... salieron más. La mayoría de las MeZklas terminaban solas, vagando por el mundo... abandonadas... y las trajimos aquí—

TOH-FusionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora