Capítulo Siete

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Agarrando la sábana para taparse, NuNew se incorporó, apoyándose en los almohadones, y miró a Zee, que estaba poniéndose los vaqueros. Sin nada debajo, observó, poniéndose colorado. Era como si ya no tuviese el menor control sobre su mente. No podía apartar los ojos de su esbelto cuerpo bronceado, ni concentrarse.

– No te he mentido – replicó con aspereza.

– Ya lo creo que sí – insistió él iracundo – Hace un rato me dijiste que te parecía que ya iba siendo hora de que le dieras otra oportunidad al sexo cuando está claro que no habías hecho esto antes.

– Bueno, puede que no fuera sincero del todo – balbució NuNew, poniéndose a la defensiva.

– ¡No, me has mentido y si hay algo que detesto es que me mientan! – le espetó Zee con fiereza.

Su ira desató también la de NuNew, que lo increpó diciendo: – ¿Pero y a ti qué más te da que fuera virgen? Fui yo quien decidió...

– ¡Si hubiera sabido que era tu primera vez, no te habría tocado! – contestó él – Pero tú decidiste ocultármelo, y eso no estuvo bien...

– ¡Venga ya, por amor de Dios...! – exclamó NuNew, apartándose un mechón de pelo castaño de su frente húmeda – Solo ha sido sexo. ¿Por qué estás haciendo una montaña en un grano de arena? Los dos somos adultos, y ninguno de los dos tenemos una relación con otra persona...

Los ojos de Zee relampagueaban.

– A mí las relaciones no me van.

– Pues me temo que con esta no te queda otra que aguantarte – le recordó NuNew – No puedes tenerlo todo: si no te van las relaciones, deberías estar contento, porque esto no ha sido más que sexo sin compromiso.

Z3e enrojeció de ira y le lanzó una mirada fulminante antes de salir de la habitación. Nunew oyó sus pisadas enfadadas escaleras abajo, y luego el ruido de la puerta de la entrada cerrándose con un golpe. Nunew apagó la luz de la mesilla, se bajó de la cama y fue hasta la ventana, desde donde vio a Zee bajando a la playa.

Su torso desnudo y su pelo negro brillaban bajo la luz de la luna.

Se sentía avergonzado porque le había dicho cosas que en realidad no pensaba. Sí había sido decisión suya que su primera vez fuera con él, pero no era tan descocado como para acostarse con cualquiera, aunque hubiera sonado como si así fuera. Lo que había intentado decirle era que él solo había querido experimentar lo que se sentía al hacer el amor, y que había querido hacerlo con él porque lo deseaba.

¿Acaso era algo malo?

Fuera como fuera era maravilloso no tenerle ya miedo al sexo, no sentirse menos persona que los demás por no haberlo experimentado.

Fue al aseo y abrió el grifo de la bañera para llenarla y darse un baño. Reconocía que había metido la pata, mezclando el sexo en lo que se suponía que iba a ser solo un
matrimonio temporal por conveniencia, pero... ¿no había sido Zee el que había dado el primer paso? ¿Por qué no se lo había echado en cara? Era culpa suya que hubieran acabado haciéndolo. Además, ¿no le habría parecido mal que lo hubieran hecho si no hubiera sido su primera vez? ¿Había algo de malo en que no tuviera experiencia?

Cuando hubo salido de la bañera y se hubo secado, se puso un albornoz y unas chanclas, salió de la casa y bajó a la playa.

Zee, que estaba caminando por la orilla del mar, se volvió cuando lo vio acercarse, e inspiró profundamente para sobreponerse, porque aún estaba enfadado e incómodo por lo culpable que lo había hecho sentirse.

UN ESPOSO PARA EL PRÍNCIPE - ZEE Y NUNEW (Adaptación) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora