El viaje desde el andén nueve y tres cuartos

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El viaje desde el andén nueve y tres cuartos— leyó Marlene

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El viaje desde el andén nueve y tres cuartos— leyó Marlene.

—¿En este capítulo se conocen? —preguntó una Hufflepuff mirando a Blue y Leo, quienes se habían movido de lugares para sentarse juntos. Ellos asintieron.

El último mes de Bluebell con los Dursley no fue divertido. Es cierto que Dudley le tenía miedo y no se quedaba con ella en la misma habitación, y que tía Petunia y tío Vernon no la encerraban en la alacena ni la obligaban a hacer nada ni le gritaban.

Varios gruñeron recordando el trato de los Dursley.

En realidad, ni siquiera le dirigían la palabra. Mitad aterrorizados, mitad furiosos, se comportaban como si la silla que Bluebell ocupaba estuviera vacía. Aunque aquello significaba una mejora en muchos aspectos, después de un tiempo resultaba un poco deprimente.

Bluebell se quedaba en su habitación, con su nueva lechuza por compañía. Decidió llamarla Hedwig, un nombre que encontró en Una historia de la magia. Los libros del colegio eran muy interesantes. Por la noche leía en la cama hasta tarde, mientras Hedwig entraba y salía a su antojo por la ventana abierta. Era una suerte que tía Petunia ya no entrara en la habitación, porque Hedwig llevaba ratones muertos.

—Peter nos puede ayudar en eso— susurró Sirius a Remus cuando vió que en el pergamino de bromas hacía los Dursley anotaba 'caja de ratones'.

Cada noche, antes de dormir, Bluebell marcaba otro día en la hoja de papel que tenía en la pared, hasta el uno de septiembre.

—¡Yo hago lo mismo! —exclamó James emocionado.

El último día de agosto pensó que era mejor hablar con sus tíos para poder ir a la estación de King Cross, al día siguiente.

—¿Por qué esperar tanto? —preguntó un Gryffindor de primer año.

—Les daba menos tiempo de arrepentirse— le quitó importancia Blue.

Así que bajó al salón, donde estaban viendo la televisión. Se aclaró la garganta, para que supieran que estaba allí, y Dudley gritó y salió corriendo.

Muchos rieron.

—¿Qué pasó con la cola de cerdo? —preguntó Remus.

Blue sonrió y señaló el libro.

—Hum... ¿Tío Vernon?

Tío Vernon gruñó, para demostrar que la escuchaba.

—Hum... necesito estar mañana en King Cross para... para ir a Hogwarts.

Tío Vernon gruñó otra vez.

—¿Podría ser que me lleves hasta allí?

Otro gruñido. Bluebell interpretó que quería decir sí.

Leyendo Bluebell Potter en el PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora