CAPITULO 89

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Editha se rindió después de una semana. La alfa contó todo lo que había hablado con Johnson y que relación tenían después del ataque a Drasalla. Johnson la había amenazado con asesinar a su familia si no seguía sus órdenes.

-Tuve que hacerlo, Ancel, lo tenía que hacer...- el capitán no dijo nada – Mi esposo y mis hijos, me necesitaban, yo tan solo quería protegerlos, ellos no son... no son, Ancel, deja de mirarme de esa forma, por favor, Ancel, hermano, yo...- sus manos temblaron cuando las puso sobre el pecho de su hermano – Lo siento.

-Wagner busca ordena a los soldados que estén en la base que se presenten en la puerta principal, está tarde – el vice-capitán asintió, Ancel se negaba a ver a su hermana a los ojos – Walter, tú te quedarás aquí y ayudaras a Nils a organizar a los enfermeros, preparad una habitación para Johann y el abuelo.

-¿Por qué no puedo ir contigo? – Ancel no le respondió, seguía dándole órdenes a todos los que se encontraban cerca de él – Ancel ¿Por qué no puedo ir?

-Aún no estás del todo recuperado, Walter – el alfa hizo una mueca de tristeza – Hace un mes no parabas de llorar, porque casi pierdes un huevo, acaso quieres perderlo de verdad.

Walter se rio, pero Ancel no. Editha los seguía mirando con lágrimas en los ojos, mantenía sus manos a su espalda, aunque ya no las tuviese atadas y no paraba de repetir "Ancel, lo siento, Ancel, lo siento", su hermano no le respondió.

-Llevadla a mi despacho, a Sven también – Editha se quedó paralizada – A mis sobrinos también, llevadlo a los cuatro allí.

-¿Qué quieres hacer? Ancel – su voz estaba ronca, el alfa la observo con resentimiento - ¿Qué vas a hacer? No le harás daño de nuevo, por favor, Ancel, te he dicho dónde está tu omega, no los toques, no les hagas daño, Ancel, ellos también son tu familia, son Hoffman, comparten sangre contigo, no les hagas nada, no les hagas daño, por favor, Ancel – el capitán miro a su hermano – Walter, eres padre, sabes lo que siento en este momento, por favor, haz que entre en razón, ayúdame, ayúdame.

Walter apoyo su mano sobre el hombre de su hermana, y le pidió que se levantase, no quería arrastrarla hasta el despacho de Ancel, con el humor que estaba su hermano, prefería que las cosas fueran rápidas y no decir nada. Editha seguía pidiéndole ayuda sin parar.

-Walter, piensa en tu hijo, dejarías que le hicieran daño...- el alfa bufó – Leo es un bebé, ahora es muy débil ¿dejarías que le hicieran daño? Walter.

-Deja de hablar de mi hijo, Editha... - la alfa entrecerró los ojos, ante la contestación de su hermano, se esperaba que le hablara en ese tono – No nombres a Leo ni a Gian, te lo prohíbo.

-Ellos son parte de mi familia, Walter, yo los quiero mucho...- sonrió – Los quiero casi tanto como a ti y a Ancel, por favor creerme.

-Si querías tanto a Ancel ¿Por qué vendiste a su omega? – Editha se quedó sin palabras - ¿Hubieras echo lo mismo con Gian? Si tanto nos quieres y se te llena la boca con la palabra familia ¿Por qué lo hiciste? – Walter gruño por lo bajo – Eres una cobarde.

-Lo hice para proteger a todos, quería que estuvierais bien, yo...- su hermano negó con la cabeza – Perdóname, Walter, no lo volveré a hacer.

-Es demasiado tarde para pedir perdón... - nunca había escuchado hablar a su hermano en ese tono tan apagado – No soy yo quien está herido, sabes que si le pasa algo a ese omega, tu hermano morirá y tú serás la culpable.

Editha comenzó a gritar antes de llegar al despacho. Las personas que había en aquel pasillo se apartaron para que no les hiciera nada, mientras Walter caminaba con calma hasta la habitación del juicio, así es como la había llamado en su cabeza, pero no se atrevía a decirlo en voz alta. No quería enfadar aún más a su hermano.

Amor en la guerraWhere stories live. Discover now