6. Abrefácil

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No pude evitarlo y abrí un paquete de chicles. Recuerdo tener mucha hambre, no había comido nada en todo el día por el miedo al no tener el día de mañana. Pero ahora sabiendo que tengo la mochila llena y una cesta de la compra, sé que voy a poder comer algo y no me voy a morir de hambre.
Pero hasta que llegue a casa pues comer un chicle tranquilamente me parece la mejor opción.

Estaba tan relajada que por un momento se me olvidó la nueva realidad.
Y pase de ir corriendo al supermercado a volver tranquilamente abriendo mi paquete de chicles.

Eran de una marca que no había probado nunca, y la verdad ese abrefácil pues no estaba cumpliendo su misión, era más un abre imposible. Así que me detuve para abrirlo con los dientes en vez de con las manos y , funcionar, funcionó. La cosa es que me concentré tanto que no lo vi llegar.

Escucho un ruido o más bien un gruñido que procedía de atrás mío. Cuando voy a girar para ver lo que se oye, una mano de color grisáceo y con heridas supurando pus me roza el lado izquierdo de la espalda. Y un rostro de ojos amarillentos con los dientes ensangrentados aparece delante mía, vuelve a gruñir y con ese aviso comienzo a correr como si no hubiera un mañana.

No esperaba que los zombis fueran rápidos, a ver no corría pero si me alcanzaba.
Siempre nos muestran zombis lentos pero este era bastante ágil y yo diría que consciente en sus movimientos.
La rápida fuga tuvo como consecuencia que varios de los alimentos que llevaba en la cesta cayeran al suelo. Pero no podía parar, estaba siendo perseguida por un mordedor. Nunca los había visto, fue mi primera experiencia con uno de ellos.

Conseguí llegar a mi calle y subí rápidamente a mi piso. Cerré la puerta por si acaso y me quedé de pie pensando en lo que había pasado.
Parecía surrealista, como un sueño o mejor dicho una pesadilla.

A los pocos minutos recobré la conciencia y me dispuse a vaciar la mochila y lo que quedaba de la cesta. También vacié mis bolsillos dejando los chicles junto con todo lo que había recolectado.
Una vez hice eso, me senté en una silla del comedor y comencé a pensar.

Tenía que volver a por lo que se me había caído, esto era serio, necesitaba tener todo lo posible porque la situación se va a convertir en algo muy duro.
Y llegué a la conclusión de que esperar sería lo mejor. De todas formas el mordedor no había subido a mi piso, seguramente ni si quiera llego a entrar en el portal. Lo mejor será esperar a que se le pase y volver un poco más tarde a cogerlo todo.

Cuando los zombis llegan Where stories live. Discover now