0. UNA NUEVA ERA

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          Del otro lado de la puerta se escucharon los golpeteos incesantes de una criada. La figura adormilada en las sábanas no hizo algo más que bostezar y darse la vuelta buscando ignorar por completo el llamado.

— ¡Señorita! ¡Ya es hora de levantarse! ¡Señorita!

          A quien le hablaba la criada no era más que una joven de pelo corto de color castaño claro y con mechones dorados y ojos verdes. En su brazo izquierdo se podía apreciar una especie de símbolo en donde la parte superior se caracterizaba por una esfera con tres puntas, un rasgo muy inusual. Como se esperaba de un componente de la conocida raza thirio presentaba un hermoso par de orejas y cola de animal. Aquella joven pertenecía a la rama de cazadores.

           Una tenue luz entró por la ventana y besó su rostro dulcemente. Por culpa del sueño que continuaba presente, la joven dama se movió lenta y torpe bajo sus sábanas. Algunos podrían pensar que es una imagen maravillosa.

—¡Levántese, por favor!

—Ya sé... —La chica bostezó—, ya sé... ¿Porque tengo que levantarme tan temprano...?

—¿No me diga que de verdad se le ha olvidado?

—¿Qué se me ha olvidado?

—¡Hoy es 23 de Maimak!

La señorita recibió la respuesta con un simultáneo silencio al principio y después la replicó en un grito aún más fuerte que el que emitió la criada. Exaltada se levantó de golpe y abrió la puerta a toda velocidad.

—¡Finalmente llegó el día que tanto esperé! —En su ruidosa felicidad un descuido hizo que su cola golpeara una lámpara que cayó el suelo y se rompió.—Yo... siento mucho que tengas que limpiar mi desastre, Lara.

             La criada suspiró.

—No se preocupe. Estoy más que acostumbrada, además, este es mi trabajo. Lo que importa ahora es que se prepare y baje a desayunar. Su hermano la espera, aunque sus padres no podrán asistir gracias a que están ocupados con los preparativos para el Festival de la cosecha.

—Por ahora, mi hermano es más que suficiente. A ellos los podré ver después de que terminen su trabajo. Lo siento de nuevo Lara, nos vemos después.

—¡Señorita, espere!

—¿Qué sucede?

            Con una mirada melancólica en su rostro se acercó a la señorita y le acarició la cara de manera dulce, por último, le sonrió.

—¿Sabe? He cuidado de usted desde que tenía cuatro años. La he observado crecer y transformarse en una joven mujer digna de respeto —respondió la criada mientras le arreglaba el cabello—. Aún le falta mucho para llegar a ser la guía de todos, sin embargo, estoy segura de que lo logrará y espero poder estar a su lado ese día.

            Esas palabras tocaron el corazón de la señorita con tal calidez que le fue inevitable abrazar a Lara y derramar algunas cuantas lágrimas.

—Muchas gracias, Lara, muchas gracias por todo lo que has hecho por mí todos estos años. He sido muy afortunada al tenerte.

—Gracias a usted —Lara respondió con una sonrisa—. Una última cosa… —Le acomodó la manga izquierda y la marca quedó a la vista— Muéstrelo siempre con orgullo y... ¡feliz cumpleaños!

—¡Lo haré!

— Que los cinco Devas la guíen.

Con gran confianza, la joven se fue corriendo sin mirar atrás y como toda una dama se deslizó por el barandal de la escalera mostrando su agilidad. Gracias a sus espléndidos reflejos, esquivó a los trabajadores.

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