4. PECADOR

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          Bajo el manto oscuro de la noche, un hombre emergió de la espesura del bosque, su figura se recortaba contra la penumbra. Avanzó con determinación hacia Fargan, su espada desenvainada relucía débilmente bajo la luna y su escudo bien pulido reflejaba el alma de la persona ante sí. Con la destreza de una bestia que no quita los ojos a su presa, Fargan esquivó el feroz embate, moviéndose con agilidad. En un instante fugaz, impactó al hombre intruso con el palo, un golpe contundente que resonó en la quietud nocturna, seguido por un rápido asalto a su garganta.

          En ese preciso instante, en un giro magistral, arrebató la espada del asaltante. Con un movimiento fluido y preciso, la hoja mortal cortó el aire y encontró su objetivo en un certero golpe que cercenó el destino del hombre bajo la siniestra luz lunar.

—"Uno menos" -se dijo en sus adentros aliviado, pero sin olvidar mantenerse en guardia.

—Muy bien hecho... -le elogió altaneramente otro hombre saliendo de las entrañas del bosque. -No esperaba este resultado.

—Que quieren? -inquirió amenazante. —No tenemos nada de valor.

—Oh no, te aseguro que tienes precisamente lo que buscamos.

-El hombre lo pensó un momento y entendió: —"Crishta..."

Alarmado, intenta regresar, pero un disparo proveniente del bosque hiere su brazo, impidiéndole continuar.

—No te resistas. -aconsejó el hombre llamando a sí a otros dos de sus compañeros. —Tal vez considere venderte a alguien decente.

—Vete a la mierda.

          Ignorando el dolor, agarró el escudo del caído y lo empleó como protección mientras se abría paso hacia la fuente de los disparos. Con una destreza inigualable, lanzó el escudo para ganar tiempo y atravesó el pecho de su oponente con la espada. En su intento por tomar el fusil, un estruendoso proyectil de roca, lanzado con una fuerza titánica por el hombre que parecía ser el líder, se incrustó con furia en el árbol, deteniéndolo en seco. Un segundo ataque, esta vez en forma de flecha, lo obligó a buscar refugio tras otro árbol, mientras su mente maquinaba la siguiente estrategia.

—"Un Apxi de tierra y dos arqueros... la cosa se complica."-reflexionó en sus adentros mientras extraía el proyectil que tanto lo infastidia.

—¡Apunten bien maldición! ¡Olvídense de capturarlo, cúbranme y mátenlo a la primera oportunidad! -ordenó extrayendo la espada.

—"Espero que Gil haya podido encontrar a Crishta. "

          El viento agitaba las ramas de los árboles mientras Gilgamesh corría desesperadamente de regreso al campamento, el corazón latiéndole con fuerza en el pecho. Las hojas crujían bajo sus pisadas frenéticas, su mente atormentada por las imágenes del ataque que acababa de presenciar. Al llegar, su respiración entrecortada resonaba en la quietud de la noche. Crishta, una niña de mirada tímida pero vivaz, ahora llena de preocupación, estaba cerca del fuego, sosteniendo su gorro con fuerza, sus ojos aún reflejando el miedo por los ruidos inquietantes que habían perturbado la calma del campamento.

Gilgamesh se acercó a ella, tratando de calmar su propia agitación para no transmitir más temor.

—Crishta... no es nada, vamos, debemos encontrar un lugar seguro. -dijo con voz temblorosa, pero tratando de sonar reconfortante.

-La niña lo miró con ojos lucidos y preguntó con voz temblorosa: —Que sucede...? ¿¡Donde está papa!?

-Tragando el nudo en su garganta, Gil intentó tranquilizarla: —Él... él esta bien. -evitando verla a los ojos. —Nos alcanzará mas tarde. Ahora vamos... -dijo agarrándola del brazo.

Utopía Del Soñador Where stories live. Discover now