Capítulo 6

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La Estación, Londres, Inglaterra

20 de noviembre de 1899


Al día siguiente se encontraban casi todos reunidos en la mesa que usaban como centro de reuniones para planificar nuevos atracos. Era una habitación amplia que estaba igual a como la dejó Erich Haro años atrás, antes de entregarle el mando a Theodora. Los muros mantenían el ladrillo expuesto como gran parte de la construcción de la Estación, que se llamaba así por ser una vieja estación de ferrocarriles abandonada. Sin embargo, cuando los Steelsouls se la adueñaron remodelaron lo suficiente como para que fuera habitable, además, de pequeñas comodidades mecánicas que fueron agregando con el paso de los años.

Theodora dejó los papeles y se frotó los ojos. Lee había conseguido información que era confiable y necesitaban un buen atraco después del fiasco del último en el que solo consiguieron comida.

O del funeral al que solo fue a perder el tiempo, por suerte nadie la vio llegar la noche anterior.

—Como sea más comida se me van a romper los brazos —comentó Lee con una mueca—. Esas cajas pesaban más que Nonna.

—Ni que lo digas, todavía me duele el hombro —apoyó Lobo en un español marcado—. No sé qué comen en el Ministerio, pero debe ser bueno.

—¿Todavía no las abrimos? —Theodora preguntó sorprendida mirando a Lobo.

—No, niña. Las dejamos como provisiones de emergencia, siempre son más necesarias en invierno. —Le dedicó un asentimiento al hombre para que supiera que estaba de acuerdo.

—¿Estamos seguros de la información? —Volvió a preguntar la chica.

—Verifiqué todo varias veces, Maquinista —dijo Lee con una sonrisa de suficiencia—. Luka y Alessio estaban conmigo.

Los gemelos asintieron, eran de origen italiano y los únicos encapsuladores aparte de Ada, destacaban por su cabello crespo oscuro en las raíces y más claro en las puntas. Tenían el tipo de rostro que te sacaba una sonrisa justo antes de darte cuenta de que acababan de robar tu cartera.

—Cuando los pobres del seminario salen a misionar son como un niño virgen saliendo del internado —comentó Luka con una sonrisa que dejaba ver sus hoyuelos—. Están más que dispuestos a conversar de lo que sea a cambio de alcohol.

—Si me obligaran a volver a ese lugar, también me desmadraría como si fuera el último día de mi vida. —Alessio le dio una mirada a su hermano gemelo y chocaron puños—. Sabemos que has estado ocupada, así que nos encargamos de verificar todo varias veces con tu mismo nivel de obsesión, Maquinista.

—También hicimos eso de dar vueltas con el mapa proyectado en el suelo de la habitación mientras lo pensamos —agregó Luka ganándose un golpe por parte de Lee—. ¿Qué? No queríamos arriesgarnos en caso de que fuera una cábala.

Optó por ignorarlos y revisar los papeles. Confiaba en Lee con su vida, así que no era eso lo que la detenía. Era Ada, su situación no estaba mejorando, de hecho, ya ni siquiera pasaba mucho tiempo consciente. Necesitaban una victoria para ayudar a todos, no solo por un tema económico, sino que por la moral del equipo. Podía notar que todos estaban decaídos, temía que eso pudiera jugarles en contra en algún momento.

—¿Quién vendrá en lugar de Meyer? —Levantó la cabeza para mirar a Anku Lemus y Angie Mayer, los otros dos mecánicos. Tenían por regla general siempre llevar un mecánico. Con Meyer herido, necesitarían alguien que lo reemplazara.

—Preferiría quedarme con Meyer, ya que Betty saldrá con el equipo. —Anku tenía el cabello largo, negro y liso, su piel era más oscura, pero no tanto como Lee. Algo en su forma de hablar siempre le gustó a Theodora, tenía un tono que parecía calmarla. Betty dio un asentimiento para dar a entender que estaba de acuerdo.

Las Cápsulas Agredianas I: La MaquinistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora