Cap 17

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Pasaron cuatro días desde que Mina se fue, la coreana se sentía un poco solitaria y la extrañaba, sus horarios de trabajo cambiaron dejándola libre en las tardes, así que ese tiempo lo pasaba en parques o paseando con Heejin, quién también sólo mencionaba a Mina cada vez que tenía lugar.

Y su madre aceptaba gustosa hablar de ella, sabía que no era la única que la echaba de menos, la niña sólo hablaba de todo lo que le gustaría hacer con Mina cuando volviera.

Paseando por la ciudad, recorriendo pequeños mercados en una tarde tranquila y fresca, se chocaron con una jugueteria, lo cual para Chaeyoung fue imposible retener a Heejin en el momento, la niña simplemente se adentró emocionada dejando a su madre atrás.

—¡Heejin! Ven aquí. —La niña estaba perdida entre tantos juguetes.

—¡Mirá mamá! ¿Tu crees que a Mina le gustara está flor?.—Le mostró un pequeño peluche de plantas vs. zombies y Chaeyoung negó riendo.

—¿Quieres comprarle algo a Mina?. —La niña asintió contenta.—A Mina le gustan mucho los pingüinos, ¿Qué te parece si mejor buscamos uno?

—¡Si! .—Chaeyoung miró alrededor, no estando segura si allí encontrarían uno.

—¿No quieres algo para ti de aquí? Luego buscamos en una tienda de regalos un pingüino para Mina. —La niña miró alrededor y tomó un maletín con lápices.

—Esto. —Le dió a su madre el maletín. —Le dibujaré algo, ¿Me ayudarás?

—Claro que sí. —La madre observó los lápices cuidadosamente verificando si eran de calidad, siempre disfrutaba que su hija sea artista como ella, aunque ya no tenía tiempo para dibujar como antes, cuando lo hacía a la par de Heejin, era su momento preferido.

Caminaron a la caja para pagar los colores de Heejin y se dirigieron a una tienda de regalos, todo el camino su pequeña hija iba tarareando canciones, cuando en ese momento de distracción alguien chocó su hombro de manera brusca, Chaeyoung paró en seco y se giró, vio a una mujer mayor de espaldas, de esas multimillonarias por su vestuario caro, extrañada la miró un poco más por si se giraba pero la mujer parecía ni siquiera haber notado lo que hizo.

—Que maleducada. —Murmuró y siguió su camino con Heejin.

—¿Quién era, mamá?

—No lo sé, cariño. —Puso una mano sobre los hombros de la niña. —Una señora extraña.

Llegaron a la tienda de regalos y como en todos los locales con variedades, Heejin entró como si fuera el paraíso mismo.

Dió vueltas prestando atención a cada producto con su madre detrás haciendo lo mismo.

—¡Mami! Aquí. —Le enseñó un collar con un pequeña figura de pingüino en él. —Es hermoso.

—Me gusta, ¿Lo llevamos?

—¡Si! Y esto.. —Corrió en la dirección contraria del local y tomó un peluche de conejo.

—Si o si querías regalarle un peluche, ¿no? .—La niña asintió.

—Esto le recordará a mi cuando se vaya. —Mencionó derritiendo el corazón de su mamá.

—Le encantará.

En una situación paralela, Mina estaba sentada en el amplio patio del convento, leyendo la Biblia atentamente cuando fue interrumpida por Sana.

—Buenos días. —Escuchó la voz aguda y carismática de la mayor.

—Hermana Sana, ¿Cómo está? .—Cerró la biblia y dirigió su mirada a la monja a su lado, Sana era caracterizada cómo la monja más simpática del convento, siempre estaba feliz y transmitía esa energía a las demás, solía hacerse amigas con facilidad.

Nun / MichaengDonde viven las historias. Descúbrelo ahora