Como si nos hubiéramos amado 6

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¡Bonjour!

¡Buena lectura!

Luego de la cena compartida con Esteban, este la ayudó a encontrar el baño y le indicó en dónde estaba su cepillo de dientes.

Nuevamente conmovida con tanta generosidad, agradeció a Esteban cada atención que recibía de su parte. También le prometió que de ganar el juicio que iniciarían contra Vivian, le pagaría cada centavo que se gastaba en ella.

Al día siguiente, le costó mucho trabajo desprenderse de la comodidad de la cama. A regañadientes se levantó cuando escuchó que Esteban la llamaba a desayunar.

- Buenos días, bella durmiente -saludó bromeando, mientras la veía bostezar.

- Buenos días, señor Esteban -respondió al saludo, sonrojada ante el apodo recibido.

- ¿Cómo esta eso de señor Esteban? -preguntó con el ceño fruncido- Hasta que veo un color en esas pálidas mejillas -dijo cambiando de tema y ayudándola a tomar asiento- te he preparado huevos revueltos, un poco de pan de maíz con mantequilla, jugo de naranja y café.

- Eso es mucha comida -respondió casi salivando- además huele delicioso.

- Todo es para ti, no dudes en comerte hasta la última migaja -la animó- tienes que alimentarte para vencer la anemia que te aqueja, estás casi en los huesos.

A María no le dio tiempo de responder, ya que toda su atención se volcó en devorarse hasta la mesa en donde estaban servidos los alimentos.

- Bueno, por el momento tengo que ir a trabajar al colegio y no quiero que tengas miedo -fue en busca del teléfono de la casa- aquí está el teléfono, te voy a estar llamando cada tanto para saber de ti.

- ¿Eres maestro? -quiso saber curiosa.

- Así es, soy maestro.

Luego le enseñó cual era el botón para contestar llamadas y tras unas cuantas practicas consiguió atinar.

Le indicó que nadie podía entrar al departamento, solo Ana Rosa tenía las llaves y nadie más, así que si alguien llamaba a la puerta no debía abrir.

- Solo ignora si escuchas a alguien, hay muchos vendedores que suelen tocar insistentemente -un poco temerosa, María asintió- volveré para la hora del almuerzo. Mientras tanto puedes explorar la casa, por favor teniendo mucho cuidado de no volver a accidentarte.

- De acuerdo -respondió- no queremos que nuevamente me corte el pie.

Tras unas cuantas indicaciones más, Esteban se marchó poniendo seguro a la puerta.

Luego de su desayuno, María comenzó su exploración. Con sigilo recorrió toda la cocina, hasta que estuvo segura de todos los rincones que la rodeaban. Se animó a llevar sus cubiertos al lavabo y hasta los lavó.

Orgullosa de su hazaña, cuando terminó buscó la forma de llegar a su habitación y para su sorpresa no fue tan complicado.

Extendió sus sabanas y se sentó al borde de la cama suspirando.

¿Quién diría que su vida cambiaria tan drásticamente?

Se preguntó además si su hermana la estaría buscando o si simplemente esperaba que la encontraran muerta para ella al fin sentirse libre de responsabilidades.

Recordó las veces que la había llamada estorbo, también todas las ocasiones que le recordaba lo mucho que la odiaba y lo que lamentaba que no hubiera muerto con su madre en el accidente.

María luchaba todos los días para no dejarse vencer y aunque solía llorar en su abandonado cuarto, nunca antes se permitió lamentarse libremente por su cruel destino. Temía que alguien la escuchara, vivía evitando hacer ruido, las veces que los empleados de la casa la escucharon llorar, se lo contaban a Vivian, que no dudaba un segundo en ir a golpearla para que callara.

Imaginarios Tekila (Victoria Ruffo y César Évora)Where stories live. Discover now