Latidos 2

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¡Bonjour!

¡Buena Lectura! 

Capítulo 2

- ¿Qué fue lo que pasó exactamente? –preguntó Rubén, el médico de cabecera de la familia SanRomán.

- Bueno, esta mañana muy temprano discutimos. María se marchó bastante enojada y horas después me llamaron para informarme de su accidente.

- Entiendo –dijo moviendo la cabeza- entonces puede que esto se trate de una amnesia global.

- Lo que yo no comprendo –manifestó aturdido- es como después de este accidente y de que mi mujer pierda la memoria la den de alta así como así.

- La atendieron en un hospital público, sabes bien cómo funcionan las cosas ahí. Además de unos cuantos raspones, María no presenta daños físicos así que no podían hacer nada más por ella.

- ¿Y qué se supone que deba hacer yo ahora?

- Cuidarla, así de simple –respondió encogiéndose de hombros- la he examinado y está en perfectas condiciones, si omitimos su pérdida de memoria. Hasta me atrevería a decir que ahora está mejor que antes –le dio un ligero golpe en el hombro a Esteban- se ve muy animada y confía en ti, tienes esa ventaja.

- No sé qué pensar, tengo miedo.

- Es normal, pero no hay nada que temer –echó un vistazo a su reloj- bueno Esteban, es hora de marcharme, tengo una cita.

- Muchas gracias Rubén –estrecharon sus manos.

- Ve junto a María, ella te está esperando.

Fue lo que exactamente hizo Esteban. 

Se dirigió a la planta de arriba en donde estaba la habitación de ambos. Golpeó la puerta suavemente con los nudillos, era la primera vez que hacia eso y le resultó bastante incómodo.

- Adelante –Esteban entró a la habitación y María que estaba sentada al borde de la cama, se puso de pie.

- Quiero que descanses.

- Claro –se llevó la mano a la cabeza y cerró los ojos.

- ¿Te sientes bien? –la preocupación fue tanta que sin darse cuenta, se acercó y la rodeó por la cintura.

- Si –susurró. 

María volvió a abrir los ojos y se topó con la mirada preocupada de su marido.

Ambos permanecieron en silencio, mirándose. 

Esteban buscaba en los ojos de su esposa algo, algún indicio de que todo era un engaño, pero no consiguió nada más que unos ojos cansados que expresaban confusión y desorientación.

- ¿En verdad estamos casados? –preguntó María, incapaz de creer que un hombre como él se pudiera fijar en ella.

Como respuesta, Esteban asintió.

- Será mejor que te deje descansar, para cualquier cosa que necesites estaré abajo.

Y no fue capaz de decir nada más, antes de que su mirada consiguiera desarmarlo por completo, la soltó de su agarre marchándose.

Se dirigió a su despacho y antes de sentarse sobre el sofá, decidió servirse un vaso de whisky.

- ¡Dios mío... dios mío!

Esteban se encontraba en una verdadera encrucijada. No tenía idea de lo que realmente debía hacer.

Nuevamente recordó la discusión de la mañana. María lo había mandado al demonio, le había dicho que su matrimonio era una total farsa y que estaba harta de fingir.

Imaginarios Tekila (Victoria Ruffo y César Évora)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt