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No podía dejar de pensar en cómo los suaves y delicados labios de cierto omega rozaban los suyos, jamás se imaginó que el fuera quien diera el primer paso -o mas bien un arranque furtivo- aunque ya lo había hecho antes, pero esta vez estaba en sus cinco sentidos y a diferencia de la anterior, no lo aportó ni lo miró con horror. Quería quedarse con el toda la noche hasta el amanecer, pero le fue imposible debido a que pactó una reunión con Georgia. Ella vino a Japón para cerrar algunos negocios, así que después de que se desocupara, quería pasar un rato con su viejo amigo a lo que Alexander no pudo negarse.

Llegó a unos de sus clubs nocturnos y se dió cuenta de la gran cantidad de gente que esperaba fuera para poder entrar, sin duda era uno de los más solicitados, tanto que incluso se reunían aquí varios mafiosos y empresarios para cerrar negocios.

Bajó del auto dirigiéndose directamente a la entrada, dónde no necesito hacer fila porque los porteros reconocieron que era un miembro de la Yakuza de alto rango debido a su vestimenta y el auto del cual bajó, pero jamás imaginarían que se trataba del Oyabun.

Solo el personal de más alto rango tenía el placer de convivir con los jefes de cada Clan, e incluso la interacción con este alfa es aún más estricta.

Por dentro las luces de diferentes colores brillaban principalmente sobre la pista donde un cúmulo de gente bailaba libremente, pero él se dirigía hacia las sección VIP qué se encontraban en la parte de arriba. Eran unas cabinas privadas que contaban con las mejores vistas y el mejor servicio tanto en coctelería como en entretenimiento.

Al subir identificó la cabina dónde se encontraba la alfa, su voz era inconfundible y sin más espera decidió ingresar.

—Ah, por fin llegas— la voz de la mujer resonó por todo el lugar haciendo eco gracias a la emoción. —Te estaba esperando.

Georgia se abalanzó sobre el alfa dedicándole un corto abrazo para después indicarle que se sentara mientras le preparaba una bebida.

—Tardaste en llegar— mencionó la mujer.

—Mmm... había mucho tráfico— mintió, pero no iba a decirle que su atraso se debe a cierto omega caprichoso, por lo menos no aún.

—Ya veo, entonces es hora de pasarlo bien, he estado aquí aproximadamente una hora y sin dudas hay muchas bellezas para pasar la noche— la voz de la alfa sonó muy pícara mientras su mirada se dirigía hacia un grupo de omegas que se encontraban en una de las mesas de la esquina de la planta baja. —¿Qué dices?

Alexander notó sus intenciones desde el principio, estaba preparado para que Georgia sugiriera tal cosa como antes lo hacía, pero en esta ocasiones no le interesaba pasarla bien.

—No lo creo, no tengo ganas— contestó fríamente.

—¿Cómo es eso? Un alfa como tú, ¿no quiere? ¿Qué es lo que te pasa?— soltó cada una de sus preguntas con burla una tras otra.

—No es eso— claro que quería tener sexo, pero no con ninguno de los que se encontraban en el lugar. La persona con la que quería estar probablemente se encontraba durmiendo como un tronco.

Georgia al ver la seriedad en la cara del alfa no insistió más, así que decidió cambiar el tema de conversación por uno más serio.

—He escuchado qué recientemente han habido ataques en diferentes establecimientos del Clan.

—Mmm— sin duda esperaba que preguntara sobre el tema.

La alfa trabajaba para la mafia italiana sustituyendo a su madre, pero no era miembro principal. Aún así los temas con respecto a las demás mafias era importante saberlo pero tenían prohibido meterse en los asuntos de los demás, lamentablemente Georgia era diferente, siempre que habían problemas o un escándalo ella no dudaba estar en primera fila.

Entre tus manosWhere stories live. Discover now