2. El fuego en el barco

54 7 0
                                    


•°. *࿐


DOS | EL FUEGO EN EL BARCO
( El niño en el iceberg pt. 2)
❛ Estos cien años por fin han terminado ❜


•°. *࿐


El aire frío y seco del Polo Sur parecía estar hecho para perforar los pulmones de cualquier persona que no estuviera acostumbrado a respirar ese gélido aire. Para un maestro fuego eso no era un problema, pero para Himari sí lo era. Tomaba aire en pequeñas bocanadas para no lacerarse la garganta mientras las brisas empujaban su cabello castaño contra su rostro.

Solo tres personas estaban en la cubierta en ese momento. El general Iroh estaba sentado delante de ella y en medio había una mesa con uno de esos confusos juegos que tanto le gustaba al general junto con una tetera y dos tazas llenas de té. Himari sonrió ligeramente mientras se llevaba su taza a los labios, saboreando el jazmín en su boca mientras observaba al general pensar en su próxima estrategia. El hombre se frotaba la espesa barba y miraba el tablero como si este lo hubiera ofendido severamente.

Los ojos dorados de Himari brillaron cuando el general suspiró y dejó la ficha que había levantado de nuevo en su lugar.

—Parece que este juego es mío, otra vez —bromeó Himari bajando su taza vacía.

—Ay, ¿otra vez? ¡Dale un respiro a este viejo! —se quejó el general.

—Me temo que esa es una misión imposible —respondió Himari comenzando a recoger las fichas.

—No tan rápido, jovencita. ¿Por qué no mejor le damos un vistazo al paisaje que nos rodea mientras tomamos un descanso?

Himari negó con la cabeza.

—Usted sabe que odio este lugar.

Y no mentía. Himari tenía la sangre caliente y estar en un lugar tan alejado de las tierras cálidas solo la ponía irritable y complicaba su control del fuego. No veía la hora para regresar a las aguas del Reino Tierra y descartar permanentemente al Polo Sur como posible escondite del Avatar.

Al pensar en el Avatar, Himari no pudo evitar darle un vistazo al Príncipe Zuko. Estaba alejado de ellos, con los hombros tensos y las manos cerradas en puños. Himari estaba acostumbrada a leer sus reacciones físicas y sabía que en ese momento no estaba del mejor humor.

«Como si alguna vez estuviera de buen humor» pensó.

Himari se encogió de hombros ante la indiferencia del Príncipe y se dedicó a repartir otra vez las fichas cuando su atención fue llamada por otra cosa. El rostro del general fue iluminado por una luz cerúlea. Himari se giró en su asiento para ver a una columna de luz elevarse más allá de las nubes, alumbrando al barco del color del cielo al amanecer.

—¡Por fin! —exclamó el Príncipe una vez que la luz comenzó a desvanecerse en el horizonte. Se volteó completamente para ver tanto al general como a Himari—. ¿Ustedes dos saben lo que eso significa?

El general suspiró.

—¿Que no podremos terminar el juego?

—¡No! —El Príncipe resopló con irritación debido a las palabras de su tío—. Significa que mi búsqueda muy pronto terminará.

—Príncipe Zuko, no te hagas ilusiones —habló Himari. Su voz, que era naturalmente un poco más ronca que de las demás jóvenes de su edad, resonó en la cubierta con claridad.

WILD EMBERS ━ the lost children¹Where stories live. Discover now