Prólogo

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—¡Corre meliodas!—el lejano grito del infante azabache hizo eco entre las ramas secas de los árboles.

—¡No tan rápido zel! ¡Por favor espera!—gritó de regreso el pequeño niño rubio que estaba persiguiendo a su hermano menor por el inmenso bosque. Tenía sus mejillas sonrosadas por el frío del invierno, su rostro pecoso poseía una fina capa de sudor por todo lo que llevaba corriendo y sus pequeñas piernas sufrían de fuertes espasmos por el cansancio. Los gritos leamos de su gemelo, el viento cruel aullando en sus oídos, la necesidad de tomar un descanso y la desesperación le impidieron fijarse en la raíz salida de un árbol, oculta entre la húmeda tierra, su pie chocó contra la madera e inmediatamente cayó al suelo golpeando un poco su cabeza y perdiendo la conciencia por unos cuantos minutos—Kgh—parpadeo lentamente cuando por fin pudo recuperarse de aquel golpe, se quejo en bajo y se sentó sobre la húmeda tierra.

Todo le daba vueltas, su cabeza dolía inmensamente, sentia náuseas y para cuando sus lágrimas se acumularon en sus ojos.

—¡Meliodas! —la voz de su hermano hizo eco dentro de su mente llamando su atención. Llevó sus ojos justo hacia la dirección del sonido y aún con la vista borrosa pudo reconocer la silueta de su hermano gemelo por la lejanía, el alivio que sintió cuando su menor llegó justo hasta su lado fue suficiente como para que soltara una pequeña risa y suspirara tranquilo, todo lo contrario a zeldris que estaba llorando con fuerza y miraba con terror sus rostro—Estas sangrando—sollozo el pequeño niño. Hasta apenas ese momento el infante llevó su mano izquierda hasta la zona donde el dolor era más fuerte y pudo sentir el líquido desbordarse de su frente, el miedo llegó a sus ojos, las lágrimas se empezaron a resbalar al igual que las gotas de sangre, pero un miedo más fuerte lo hizo alejarse de su hermano que estuvo a segundos de tocarlo—Lo s-siento mel...lo sien...—

—No me toques zel—habló con voz firme, se puso de pie aun algo tembloroso y se sujetó del árbol cercano para evitar caer—Estoy bien, solo no me toques—el pelinegro frunció el ceño ligeramente confundido y negó.

—Necesitas ayuda meliodas, no podrás...—

—Puedo volver solo zel, solo no te alejes mucho—nuevamente el menor negó.

—Estas muy débil, necesitas ayuda—dio un paso al frente, meliodas dio uno atrás, pero antes de poder escapar, el de cabellos azabaches lo tomó fuerte de la muñeca, lo jalo en su dirección para ayudarlo a estabilizarse y tan sólo bastó que una gota de sangre cayera sobre la mano contraria para que zeldris se alejara de su hermano sufriendo fuertes espasmos que lo derrumbaron al sueño.

—¡Zeldris no! —pero ya era demasiado tarde, el niño de tan solo cinco años ya estaba convulsionandose fuertemente contra la húmeda tierra, meliodas no tardo en ponerse a su lado con el corazón latiendo tan rápido como si hubiera estado en un maraton y la sangre nublando su vista. Zeldris se seguía moviendo, sus ojos s e pusieron en blanco, de su nariz salió un fino hilo de sangre y para cuando si cuerpo se quedó quieto y el último aliento salió de su boca, se sentó estrepitosamente y sujetó a meliodas de la muñeca con una fuerza sobrehumana.

Un corazón roto está creciendo en la amargura—la respiración agitada del menor hizo eco en el bosque—Los hermanos de un reino lejano están fragmentados...Estás destinado a unirte al cuervo sin alas en una noche de tormenta y la muerte te acecha desde cerca buscando romperte— luego de terminar de decir eso, zeldris volvió a caer al suelo aún con los ojos volteado, soltó la muñeca de su hermano y entreabriendo los labios soltó su último jadeo. Se quedó inerte mientras las últimas palabras que había dicho quedaban suspendidas en los oídos de meliodas y el terror se iba apoderando lentamente de su corazón. Pará cuando este finalmente reaccionó, se acercó a su hermano menor, lo tomó entre sus brazos y al no poder sentir su corazón latiendo soltó un grito desgarrador que terminó de aullentar a las pocas criaturas que estaba cerca de ahí.

—¡Zel no! ¡Por favor zeldris despierta! ¡ZELDRIS! —

Eterna Monarca (PAUSADA)Where stories live. Discover now