Capítulo 47: Una familia

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Otro día más en la ciudad de Buenos Aires, dentro de ese hotel en el cual tantas cosas había sucedido, y en donde tantas cosas quedaban por pasar. Ya había pasado más de una semana del cumpleaños de Tomás, y todos habían vuelto a sus tareas normales.

En uno de los cuartos matrimoniales, más específicamente en el de Noah y Venecia, Tomás y Adam dormían plácidamente en la enorme cama. Noah los observaba parado junto al umbral de la puerta con una sonrisa. Eran pocas las veces en las que sus hijos estaban tan tranquilos, es decir, Tomás era un niño tranquilo, según Noah era muy parecido a Fermín, pero Adam era todo lo contrario y siempre buscaba la manera de molestar a su hermano o meterse en algún lío. Y eso que solo tenía dos años.

Noah sonrió recordando unos días atrás, cuando nuevamente Tomás había sido víctima de una de las travesuras de Adam y negó con la cabeza, hasta que sintió unos brazos que rodeaban su espalda y el rostro de su esposa se apoyó en su hombro. Él acarició sus brazos. Ambos mirando a los pequeños.

-Llevas mucho rato acá... - comentó ella suavemente -¿Solo los mirás?

Noah asintió.

-Son hermosos... -dijo Venecia.

Noah titubeó.

-Sí... creo que sí.. -contestó. Venecia rió -Son hermosos siempre que no estén dándonos dolores de cabeza, pidiendo cosas, tirando la comida o interrumpiendo a mitad de la noche... Sí, parece que sí son lindos...

Ella soltó una risa divertida y negó con la cabeza.

-¿Mami, papi?

Adam había despertado, Venecia volteó y recibió a su único hijo cuando este se lanzó a sus brazos. Tomás también despertaba al escuchar a su hermano parlotear.

-¡Es muy tarde...! ¿No tienen hambre? -Tomás y Adam asintieron, Noah también. -Entonces prepárense, Mary tendrá el almuerzo en unos minutos...

Los niños rieron y saltaron de la cama para salir de la habitación.

Una hora más tarde la ahora modificada cocina del arca estaba inundada de las risas y conversaciones animadas de los niños, todos sentados en un extremo de la enorme mesa. Junto a Mary, Noah y Venecia eran los únicos adultos que se encontraban allí dentro, ya que algunos estaban trabajando o en sus asuntos y habían dejado a los niños con ellos. Mary y Venecia iban de allá para acá dando órdenes a Noah, quien trataba infructuosamente de controlar y calmar a los pequeños.

-¡Noah... no le des eso a Bruno! -exclamó Venecia, cortando el pan.

Mary preparaba el almuerzo.

-¡Noah, mirá a Adam, quitale ese cuchillo! ¿Es que no lo ves? -Noah le quitó el cuchillo al pequeño y le dio una mirada reprobadora -¡Noah... comenza a pelar mas papas, no falta mucho para que lleguen los demás!

-¡Tía, quiedo una manzana!

-Noah, dale una manzana a Antonella...

Noah estalló y soltó los cubiertos que llevaba con fuerza.

-¡Ya basta, me tratan como sirviente! -exclamó.

Todo el mundo se quedó callado. Venecia se detuvo en seco y los niños lo miraron como si hubiese dicho la palabrota más fea del mundo. El joven sonrió forzadamente.

-Ehm... quiero decir... no soy ceniciento -se apresuró en agregar y los niños rieron divertidos - ¡Continuemos!

Venecia continuó dejando los platos sobre la mesa al tiempo que le enviaba gélidas miradas a su marido, los niños retomaron sus entretenidas conversaciones y sus risas se volvieron carcajadas.

Aliados 3 Temporada [Completado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora