seis.

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Capítulo VI: “Hablar”

Nahuel se despertó solo. 

Lisandro no estaba por ningún lado, ni en la cama, ni en el baño, ni en las maletas. Lo busco hasta debajo de la cama.

Nada.

Nahuel sintió una punzada horrible en el pecho.

Y, a ver, no es pelotudo, sabe que esto es su culpa, de alguna forma. Claramente tenía que ver la charla pre partido contra Honduras.

Pero seguía sin entender porque era un error.

Si no quería dormir con un tipo, era cosa suya.

El lateral decidió, en contra de todo lo que su cabeza le decía, ir a buscar a Lisandro.

No podía tener miedo.

Bajó a la sala común y se encontró con lo que más quería ver desde que llegó al predio, lo que se perdió durante días.

Cuti estaba sentado en el sillón individual, con el mate y el termo en las piernas. Se estaba riendo de algo con Lean, la verdad le valía tres kilos de bosta.

Cuti estaba ahí. 

Sintió las lágrimas acumularse en los ojos. 

El mate pasó a manos de Enzo.

Nahuel no pensó mucho en los demás, ni los buenos días dio, antes de tirarse encima de Cuti. 

Cayó en su regazo sin contemplaciones, abrazándolo fuertemente por los hombros.

El central se empezó a reír cuando se dio cuenta de quién se le fue encima. Lo abrazó de vuelta, enredando sus brazos en la pequeña cintura de su compañero cordobés.

El termo quedó en una situación medio precaria, entre el muslo de Romero y el brazo del sillón.

—Que solicitado que estoy, mamita che. —se burló, besando el costado de la cabeza de Nahuel—. Ya sé que soy irresistible, pero no tanto para que se me tiren así.

—Te llueven las putas. —soltó Paredes, con la cara más seria posible.

Nahuel le dio una mirada de costado, indignado, mientras que Lisandro se destornillaba de la risa y Enzo se ahogaba con el mate.

—A ver, besense ustedes también para romper la tensión. 

Nahuel se separó para contestar pero paró, mirando a Cuti, quien se había puesto rojo y miraba no-tan-amigablemente a Paredes. Lisandro era quien se ahogaba, pero el medio boludo y se atragantó con el aire nomás.

Enzo los miró a todos con cara de quién está escuchando una charla sobre química por primera vez en su vida, si te acercabas lo suficiente, se podía distinguir el logo de cargando en su frente.

Le cuesta una bocha, pobre.

—¿“También”? —espetó Nahuel.

Oh, esos retorcijones volvieron. Le molestaba.

Le jodía, notó, que alguien estaba besando a Cuti.

Quién.

¿Y por qué carajo le importaba a él? ¿Qué tenía que ver él, de todas las personas, con lo que Cuti hacía en su vida amorosa?

—Está jodiendo. —se apresuró Cristian, tomando la cara de Nahuel entre sus manos, para hacerlo mirar hacia él—. Se comió la pija de un payaso y se cree chistoso. No le hagas caso.

Enzo se tentó.

Cuti no pudo no sonreír ante la risa del menor del grupo.

Nahuel volvió a sentir el retorcimiento. El ardor.

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