Capítulo 2

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El pequeño Namor estaba emocionado, acompañaría a su padre a la casa de Shuri, la niña de la sonrisa bonita, esperaba poder verla y volver a jugar, aunque iban por trabajo, según entendió el niño debían arreglar un armario de madera y él iba para ...

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El pequeño Namor estaba emocionado, acompañaría a su padre a la casa de Shuri, la niña de la sonrisa bonita, esperaba poder verla y volver a jugar, aunque iban por trabajo, según entendió el niño debían arreglar un armario de madera y él iba para aprender y ayudar, pero nadie dijo que después del trabajo no podía jugar.

Al entrar a la gran casa Namor no pudo evitar asombrarse por lo arreglada y fina que se veía, jamás había estado en un lugar tan bonito, parecía que todo iba a romperse, era una casa elegante,
un castillo digno de una princesa.

El carpintero se pone manos a la obra con el armario y le enseña a su hijo, Ramonda reconoció al niño en cuanto lo vió pero no dijo nada, de todas formas Shuri estaba en su clase de francés y ese niño venía a trabajar.

Namor se distrae cuando su padre habla con T'Chaka sobre el trabajo, camina lento llegando a un pasillo y de una puerta abierta escucha voces.

-Uno, dos, tres-

-Un, deux, trois- esa era la voz de Shuri.

-Cuatro, cinco, seis-

-Quatre, cinq, six- la niña toma un vaso de agua para refrescarse y voltea a la entrada, ve al niño con el que jugó antes y no puede evitar reírse derramando el agua sobre su hoja de números.

—¡Shuri!— la voz fuerte e imponente de su madre retumba en cada habitación de la casa.

Namor sintió un calor recorrerle todo el cuerpo, estaba apenado pues el regaño no había sido para su hija, la mirada furiosa de la mujer era dirigida a él, se encogió y se ocultó detrás de su padre.

—Eres una dama, compórtate como tal

—Lo siento madre— murmura Shuri apenada y cabizbaja.

Ramonda se dirige a Namor a paso apresurado, dio zancadas hasta llegar a él, la diferencia de estatura era clara, y con lo imponente que era y el poder que su estatus social le daba se sentía poderosa, Namor no pudo más que sentirse diminuto, inferior, ni siquiera su padre podría protegerlo.

—Y tú...— dice apretando los dientes, tensando la mandíbula señalando a Namor con el dedo índice —aléjate de mi hija. Te lo advierto niño, ella y tu no son iguales, no estás a su nivel

El padre del niño no lo toleraría, no iba a dejar que rebajaran a su hijo. Fue en cuestión de segundos, metió sus herramientas nuevamente en la caja y tomó a su hijo de la mano para sacarlo de la casa con la mirada curiosa y extrañada de Ramonda.

—¿Qué cree que hace? No ha terminado— él hombre se detuvo ante aquella pregunta, apretó los puños, cerró los ojos y exhaló tomando valor para hablar.

—Ni usted, ni nadie le hablará así a mi hijo. Somos personas, tenemos riñones, cerebro, piel, carne, huesos, sangre y corazón, usted y yo somos iguales sin importar qué. No permitiré que le diga a mi hijo esas cosas

Gardenias《Nashuri》Where stories live. Discover now