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De entre todas las cosas que creyó podrían servir para estabilizar el desmedido ritmo que su vida tomó durante las últimas semanas Lee DongHae jamás pensó que el retraerse de sus rutinas fuera la clave. Ciertamente no lo creía la mejor de las opciones para que su relación con HyunWoo progresara pues, según su entendimiento, la idea más viable era sentarse a dialogar para así tratar de sobrellevar los diferentes puntos de vista que tenían ambos sin que ello significara cambiar sus propias convicciones.

De hecho, a DongHae le nacían grandes ocurrencias cuando se trataba de la voluntad por arreglar las fisuras que afectaran la convivencia con su novio.

Y las habría dicho todas de no ser porque, al momento de expresarse, algo en el fondo le hacía sentirse un poco torpe. No tan valiente. Siempre precavido.

Era singular la convivencia que se desarrolló en casa a partir de que Hae se decidió a vivir con su jefe de manera definitiva.

Para empezar, HyunWoo llegaba tarde todas las noches.

Esto daba rienda suelta a cientos de aspectos en la cabeza del duraznito que por lo regular tenían la etiqueta de autodestructivo. Pues, a pesar de que hicieron una promesa que parecía apaciguar el estruendoso ritmo que generaba su reconciliación (donde HyunWoo no volvería a estar con nadie más y Hae no le reprocharía ese repentino desliz), no se podían ignorar las peculiares inseguridades que empezaron a nacer en el corazón agrietado del escritor.

Mientras aseaba su hogar, al sentarse a redactar los borradores de sus artículos, al mirar una serie, al deambular por la casa, al sentarse en el jardín para tomar el sol...

Aquella vocecita era la que Hae más detestaba.

Casi siempre se mostraba débil pues el propio chiquillo se las arreglaba para no darle gran poder en su consciencia. No obstante, ahí permanecía. Gritoneando a lo lejos que quizá HyunWoo estaba con alguien más. Que probablemente empezaba a aburrirse de él. Que necesitaba esmerarse. Que estaba subiendo de peso. Que debería cortarse el cabello. Que su piel ya no era tan suave. Que su colonia se olfateaba molestamente dulce. Que no sostenía los cubiertos según la etiqueta. Que se sentaba en el sillón sin presencia. Que la ropa no resaltaba sus atributos. Que la falta de color en sus mejillas le restaba belleza. Que quizá no era del todo alguien bello. Que... Que... Que....

Y mientras más hondo navegaba en su cabeza, más defectos y peros se encontraba.

Hae ambicionaba ser feliz. Lo era. Muy, muy feliz como para silenciar ese lado pavoroso que, sin querer, lo iba aplastando al nivel del desgaste físico.

Lee DongHae dormía demasiado durante el día.

No había motivos para hacerlo.

Es decir, no es que hubiese atravesado una maratón que lo dejase desgastado al grado de no poder continuar con sus rutinas apacibles.

Simplemente sus ojos se cerraban de repente.

O, dicho con propiedad, dormitaba.

Jamás fueron descansos agradables. Porque cada uno de ellos le hacía revolver su vida en horizontes que no le gustaban. Entonces, en lugar de soñar, más bien parecía que Hae recordaba en medio de una distorsión acumulable. Los gritos de las discusiones con su novio le flasheaban, así como los inicios de su relación con HyunWoo.

Despertaba alterado.

Miraba sus alrededores y respiraba hasta que su ritmo cardíaco se recuperara.

Las pesadillas lo carcomían sin dar tregua.

Luego, cuando más vulnerable se sentía, iba a su habitación a envolverse con las sábanas. Respiraba el olor de HyunWoo impregnado en cada rincón e intentaba convencerse de una sola cosa: que todo estaba bien.

Lemon [EunHae]Where stories live. Discover now