Capítulo 16

427 64 20
                                    


Capítulo dieciséis

Albert no podía creer todo lo que había sucedido en la noche anterior, como buen escoces se encontraba despierto desde temprano, deseaba participar en El Loony Dook o gélida zambullida, sabía que no estaban en Escocia y que no era donde tradicionalmente se hacia la sumergida, pero el océano helado era igual de extremo que hacerlo en South Queensferry, al menos esos eran sus planes hasta que supo todo.

De solo pensar que algo pudo pasarle a su hermanita por culpa de esa odiosa mujer, mejor se calmaba, uno de los marineros le había contado todo cuando estaba preparándose para ir a saltar, ahora en cambio se dirigía al camarote de Candy, se alegraba de saber que Enriqueta ya estaba lejos, después de ser amablemente invitada a irse en un pequeño bote de regreso al muelle.

No es que se entristeciera por el hecho de que el marinero que la llevaba perdiera un poco el control de la pequeña embarcación (seguramente debido a las incesantes quejas de la detestable bruja), por lo que terminaron dando vuelta un poco antes de llegar al muelle y ella termino casi congelada, de hecho tuvo que ser llevada de inmediato a calentarse frente a una hoguera, no, él no se alegraba del mal ajeno, pero esperaba que con eso aprendiera a no meterse con niñas indefensas o no tan indefensas, pensó sonriendo.

Ahora estaba convencido que quería que Candy aprendiera un poco de defensa personal, si, le diría a George que le enseñara, así como le enseñó a él.

Ingresó al camarote de su hermana, él tenía por cualquier emergencia las llaves de los camarotes de todos los niños, al hacerlo se encontró a George preparando café, seguramente durmió en el sofá preocupado por Beatriz, él también supo que el medico había revisado a la joven y que afortunadamente sus golpes no produjeron fracturas.

El pelinegro hizo un asentimiento como saludo y el entro a la habitación de Candy, allí había dos camas, en una estaba Beatriz aun durmiendo, George que había entrado con él, le susurro:

―el doctor le receto láudano para el dolor, eso la hará dormir un poco, es muy importante que descanse, sus golpes, aunque no son graves, si son severos, ―advirtió el pelinegro.

Albert asintió comprendiendo, pero casi se le salen los ojos cuando vio hacia la cama de su hermanita, para encontrarla acurrucada junto a un niño castaño, quien la tenía protectoramente entre sus brazos.

― ¡CANDY!, ―fue casi que el grito grupal que los paladines dieron, al entrar y ver a su querida prima en brazos de ese niño desconocido.

Albert ni siquiera se había percatado que los niños lo siguieron, con semejante grito pasaron varias cosas, su hermanita y el castaño se sentaron de golpe en la cama, Beatriz comenzó a moverse, casi despertando por el grito, lo que causó que el serio e inmutable George les diera la mirada más severa que jamás imaginaron en su tranquilo rostro.

Tal era el impacto que provocaba que todos enmudecieron, el pelinegro señaló la puerta y casi en susurro, pero muy serio dijo: ―fuera, ―no esperaron dos veces, Albert y sus sobrinos salieron de inmediato a la sala del camarote, en donde Candy junto a Terry llegaron.

―se puede saber ¿Por qué este desconocido estaba durmiendo contigo Candy?, ―reclamó Anthony nada más entro la pequeña.

― ¿cómo te has atrevido a mancillarla? ―fue la queja de Archie al castaño.

― ¿Quién eres? Y ¿Qué haces durmiendo con Candy?, ―preguntó Stear permaneciendo un poco más sereno que los demás.

Albert sabía que solo eran unos niños inocentes, pero le era difícil controlar lo que sintió al ver a ese chiquillo abrazándola, ambos muy dormidos en la cama de su hermanita, aun así, no emitió sonido, ya sus sobrinos estaban gritando suficiente, pues seguían haciendo reclamos.

Pequeña Señorita AndrewWhere stories live. Discover now