Capítulo 26

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Capítulo veintiséis

La inolvidable fiesta permanecería en la memoria de todos, pero el tiempo seguía y por mucho que deseaban seguir compartiendo tan gratos momentos en familia, era ya el momento para que cada uno regresara a sus rutinas y hogares, por lo que pronto estaban todos listos para tomar un barco.

Candy lloraba nuevamente al separarse de sus titos y titas, de sus queridos primos-sobrinos, pero quizá mucho mas de sus paladines y especialmente de Rosemary, a quien tenía en privilegiado lugar en su corazón, aunque Janice no se quedaba atrás.

En el puerto agitaba su pequeña mano, despidiendo a todos, quienes viajarían en un solo barco, propiedad de Vicent, en esta ocasión William pudo notar que la niña se recuperaba más rápido de la despedida, ella estaba aprendiendo muy bien que las despedidas son algo que enfrentaría a menudo, pero que eso no significaba que fueran eternas.

Siempre existía la esperanza de volver a ver a sus seres queridos, quizá más pronto de lo que creía, su inocente imaginación aun no conocía la tragedia que el corazón de un adulto tenía marcado con cicatrices profundas, William esperaba que no tuviera que afrontar la muerte de un ser querido dentro de mucho, mucho tiempo, pero eso no detenía la preocupación de que pudieran pasar por eso pronto.

Bianca comenzó a encargarse personalmente de todo lo concerniente a la educación de su hija, dándole a Beatriz más tiempo para cuidar su embarazo y ayudar a George en los negocios, porque no podía negarse que la joven tenía un talento natural para eso, tal como lo tuvo su padre y ahora su esposo.

La señora Andrew se apoyaba con los profesores contratados, aportando su propia experiencia, no permitió que siquiera se le ofreciera una institutriz para ocuparse de la niña, tal como hacían los ingleses, ella sabía que, aunque Beatriz ostentó ese título, la joven fue mucho más que eso para su hija, sin contar que en ese momento ella no estaba allí.

Al igual que Candy, Bianca tenía una energía interminable, tantos años con su salud mermada eran lo único que pudo evitar que ella corriera en busca de su familia, ahora recuperaba el tiempo con creces, cuidando de su hija, además de velar amorosamente y con mano dura de su esposo, pues William siempre estaba excediéndose en el trabajo, por lo que era ella y su hija quienes lo obligaban a tomar un respiro cuando era necesario.

Las visitas al castillo de Grandchester también se comenzaron a hacer frecuentes, Candy y Terry apenas y podían permanecer separados, el embarazo de Eleonor hacia difícil que esta llevara al niño a la mansión Andrew, Bianca vio mucho más fácil ser ella quien llegara con la niña, además de hacerse muy buenas amigas con la joven marquesa y la Duquesa.

El mismo Richard al saber que Bianca era médico, además de familia de galenos, no dudó en pedirle como favor que monitoreara el embarazo de su amada esposa, con los últimos descubrimientos, estaba desconfiando hasta de los médicos de cabecera de la familia.

Al frustrar el plan de envenenar a los Duques y ver que los médicos familiares casi que habían restado importancia a los síntomas y sospechas, el decidió que ya no podía confiar en ellos, Bianca aceptó cuidar el embarazo de Eleonor y ver la salud de los padres de Richard, al menos mientras estuvieran en Londres, pero le ayudaría a evaluar a candidatos para ocuparse de forma permanente de la salud de la familia Grandchester.

Ella misma revisó las cocinas en busca de objetos, alimentos o cualquier cosa dañina o sospechosa, instruyo con mano firme a las cocineras a ser diligentes y exigentes en cuanto a lo que utilizaban para preparar las comidas, recordándoles las consecuencias de cometer un error, pues eso podría acabar con la vida de un miembro de la nobleza.

Pequeña Señorita AndrewWhere stories live. Discover now