CAPÍTULO III

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CAPÍTULO III

GRACE

Viernes 13 de junio, 2031.

La mamá de Jinny le había invitado a ayudarla en las vacaciones a atender su floristería, para que empezara a trabajar desde niña y aprendiera nuevas cosas. Grace aceptó de inmediato, cualquier cosa que la hiciera no estar tanto tiempo encerrada y sola en su casa, ocupándose de las cosas que su madre debía hacer, era mejor para ella; porque era consciente que Jinny desde el año anterior, inició su ayuda a su madre, así que poco se vieron el verano anterior. Jinny traía una bonita trenza a un lado de su rostro, había crecido otros centímetros más, su cuerpo comenzaba a formarse un poco, las pecas casi no se veían, pero los molestosos barritos sí. En cambio Grace, ni un centímetro había crecido, solo su cabello y un poco de sus pechos, así como su cintura.

—¿Qué dijo Margaret con que vinieras a ayudarnos, Grace? —preguntó la mamá de Jinny.

Ambas chicas se miraron con confidencialidad, agradecieron que la mujer adulta y morena, estuviera concentrada en acomodar unas flores en el mostrador y no las hubiera pillado.

—Nada... estuvo de acuerdo, mamá —contestó Jinny.

—Jinny... —regañó su madre, esta vez dirigiendo su mirada en ella—. Se lo he preguntado a Grace.

—Nada, señora Sonia. En verdad, cree que está bien que aprenda y empiece a independizarme desde temprana edad —dijo Grace, mostrando un semblante angelical.

—Me alegra mucho ello, Grace —respondió, dedicándole una bonita sonrisa—. Ah, ahí viene su amigo Edgar. Ya hablé con su madre, una mujer muy encantadora, ¿sabían que trabaja en el Dans como doctora?

Grace y Jinny negaron con la cabeza, desde que Edgar inició el año anterior la secundaria con ellas, poco hablaban mucho de su vida privada. Eran muy buenos amigos ahora, ya no eran Jinny y ella, sino también Edgar Montero; este año, Grace se había pensado mucho confesarle a Edgar lo que sucedía en su casa, pero a la vez le daba vergüenza contárselo.

»—Hola, Edgar —saludó la mamá de Jinny, dándole un beso en la mejilla—. Ayuda a las niñas a separar y seleccionar las flores.

—Por supuesto, señora Hill —obedeció Edgar.

Edgar también había crecido considerablemente, era más alto que Jinny, pero muy flaco, su rostro se había profundizado, tenía pequeños vellos arriba de sus labios y en las patillas, el cabello era más desastroso que cuando se conocieron; pero sin duda, la amabilidad en sus ojos no cambiaba.

»—Cualquiera creería que trabajar es un calvario, ¿eh?

—¿Por qué lo dices, Ed? —requirió Jinny, oliendo las flores que separaba.

—Milan lo cree, piensa que porque mis padres trabajan y ganan considerablemente bien, no deberían sacrificarme así —contó, rodando sus ojos y colocando las flores seleccionadas en un jarrón—. Pero mis padres me han enseñado que debemos ganarnos todo con esfuerzos, así como ellos hicieron en sus tiempos.

—Edgar, has madurado —bromeó Jinny, haciéndolos reír a todos—. Pero en serio, tienes razón. Aunque mi mamá no lo pidiera, de igual forma hubiera venido a ayudarla, ella trabaja sin descanso para mantenernos a ambas y debo ser agradecida.

—Jinny has madurado —copió Grace, recibiendo pétalos de rosas en su cara que le tocó escupir cuando entraron a su boca.

—Sin hacer desorden, niños —advirtió la madre de Jinny, apareciendo con el entrecejo fruncido e inspeccionándolos—. Ah, llegó el camión, cuiden el negocio.

Los tres chicos vieron a la mujer desaparecer hacia la calle, para soltar una carcajada y empezar a lanzarse pétalos, ramitas o pétalos secos. Después de un rato, se calmaron cuando vieron que la señora Hill conversaba con el dueño del camión.

—¿Es cierto que tu madre trabaja en el Dans? —interrumpió el silencio Jinny.

—Ah, sí —dijo Edgar extrañado por la pregunta—. ¿No lo mencioné antes?

Jinny y Grace movieron la cabeza en negación.

—Tranquilo, Ed. Solo preguntábamos porque la señora Sonia nos lo comentó —expresó Grace, cortando un poco los tallos de las flores.

—Lo siento, no estoy acostumbrado a detallar cosas y menos a preguntar —se disculpó avergonzado Edgar, recibiendo una cálida sonrisa de parte de sus amigas—. Ejemplo de ello es que soy mexicano.

—Cuando nos conocimos dijiste que tus padres eran latinos, así que deduje que tú también —comprendió Grace, pero Edgar negó con la cabeza, desconcertándola.

—Soy adoptado, y mis padres provienen de un país sudamericano —exhortó el moreno, siguiendo con su labor.

Las chicas no supieron que decir, por primera vez no tenían palabras consoladoras y menos apremiantes. Edgar se dio cuenta y rió por sus actitudes.

»—El tiempo en que te conocí, Grace, me lo contaron. No es que lo sepa porque lo averigüe —dijo Edgar divertido.

—Eso nos tranquiliza —murmuró Jinny, recibiendo un codazo en el estómago por parte de Grace y una mirada severa.

—Por lo menos tus padres son sinceros, Edgar... —musitó Grace, mirando hacia donde la señora Sonia culminaba de hablar con el hombre del camión.

—¿Por qué lo dices, Grace? —consultó Edgar.

Grace sintió la mirada de Jinny, pero no la miró, simplemente se quedó fijamente mirando a su amigo, que de la noche a la mañana se había convertido como parte de su familia, lo que nunca pensó conseguir; se había mentalizado que siempre serían Jinny, la señora Sonia y ella de por vida, pero veía que la vida daba sorpresas muy gratas.

—¿Sabes guardar secretos, Ed?

Edgar abrumado asintió, viendo como su amiga le daba una sonrisa sincera y veía a la otra chica, que asentía con respeto. Rápidamente Grace soltó la bomba, y Edgar se sintió sobre protector con ella.


Awww que hermosa amistad tienen estos tres.

Bueno, ya viene maratón así que a subir.

Bueno, ya viene maratón así que a subir

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⏰ Última actualización: Mar 30 ⏰

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Daños Inolvidables 2: Mundos Paralelos (Libro #0.5 Saga Daños)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora