Un matrimonio forzado y una familia prejuiciosa...
Quimera Burke, una chica de sangre pura que intenta lidiar con una familia que no la acepta tal cuál es, por fin cumple su sueño de ir a Hogwarts, el lugar en dónde conocerá a grandes personas, se e...
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Todos iban caminando por el túnel que daba hacia el sauce boxeador, Harry miraba a su madrina, caminar tomada de la mano de Black, hablándose a susurros, mientras éste, iba moviendo el cuerpo inerte de Snape.
- ¿Sabes lo que significa entregar a Pettigrew? -le dijo Sirius a Harry bruscamente, mientras avanzaban por el túnel.
- Que tú quedarás libre -respondió Harry.
- ¿Y supongo que no te han dicho que también soy tu padrino?
- Si, lo sé.
- Por el tono que usas no creo que te hayas enterado de la mejor manera...
- No fue cómo lo hubiera querido, pero de todas formas, da igual.
- Si... Si eso creo.
Quira giró la mirada para encontrarse con la de Harry y le sonrió levemente.
- ¿Sabes...? -volvió a hablar Harry hacia Sirius-, Si no tienes un lugar en dónde quedarte... Estoy seguro de que a mi madrina le encantaría tenerte con nosotros en casa.
- ¿Lo dices en serio? -preguntó Sirius con un pequeño brillo en los ojos.
- Claro que lo dice en serio -intervino Quira mirándolos a los dos.
Salieron del túnel con dificultad, el gato de Hermione apretó el nudo del árbol y las ramas se inmovilizaron de inmediato, dándoles la oportunidad de salir. Comenzaron a caminar hacia el castillo en un silencio agrio mientras Remus aún apuntaba a Peter con su varita.
Estaban todos en calma, hasta que una nube se movió, haciendo que la luz de la luna les llegará directamente, o más específicamente, a Remus, quien se detuvo de golpe y se puso rígido.
Quira tomó el brazo de Sirius y apretó de el con urgencia.
- No se tomó la poción -dijo con temor y Sirius se volvió hacia los jóvenes.
- ¡Dejenmelo a mi! ¡Corran, ya!
Harry quería correr, pero no podía, sus piernas no se movían, además de que Ron seguía encadenado a Pettigrew. Oyeron un terrible gruñido. La cabeza de Remus se alargaba, igual que su cuerpo. Los hombros le sobresalían. El pelo le brotaba en el rostro y las manos, que se retorcían hasta convertirse en garras. Hace años que Quira no lo veía transformarse. Retrocedió.