Capítulo 6: aprendiendo a cuidarte

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Kakashi recuerda muy poco de su pasado, principalmente de su niñez. Por mucho que tratara recuperar esos pequeños fragmentos que complementan su vida, no lo había logrado, incluso cuando ha tenido experiencias cercanas a la muerte, ni siquiera una simple imagen se coló a través de sus ojos.

Nada de eso ocurrió. Kakashi incluso pensó en sí mismo como alguien que fue olvidado, y con el paso del tiempo esa era consecuencia que se había mantenido en él.

Pero... ¿Por qué pensaría en eso ahora? ¿Por qué se cuestionaba mucho más sobre su vida, mientras observaba al rubio dormir?

¿Fui cuidado?

En la mente del joven hombre solo se podía plantar aquella pregunta, porque cada uno de sus recuerdos se ubican principalmente desde su encuentro con el hombre de cabello rubio y la mujer de cabello fuego, sus sonrisas y palabras tranquilizadoras se mantienen en su mente como si fuera su primer recuerdo. Y Kakashi sintió que fue así, no descartaba la posibilidad de algo más rondaba en la perdida de sus recuerdos.

Pero soy más perezoso como para investigar.

Piensa sin muchas ganas de ocultar su bostezó, con sus parpados a casi caer por el cansancio continuó su vigilancia a la criatura, quien solo se removió un poco entre las sábanas después de haber llorado por casi una hora, según el seguimiento de Kakashi.

—Y yo creyendo que ibas a ser un bebé más tranquilo.

Sin embargo, sabía muy bien que su madre jamás fue tan tranquila por lo que muy dentro de él, deseaba que aquella explosiva personalidad no fuera a salir a flote, porque el agente no podría soportarlo. Temió por su salud mental con tan solo pensar en el largo camino que iba a tomar.

Estiró su mano hasta alcanzar el libro que se encontraba sobre la cómoda a lado de la cuna, con una tenue luz, lo suficiente para que él alcanzara a leer. Intercaló su mirada sobre la cubierta naranjada del libro sobre sus piernas y la cubierta blanca e infantil en sus manos, teniendo una batalla mental de la que no quería arrepentirse.

Después de todo, su alocado amigo había tenido tiempo de darle ese libro para rellenar su mente con todo el conocimiento que necesitaría en esos momentos. Lo suficiente como para entender cada una de esas expresiones que los bebés hacían, y que Naruto empezó a realizar.

—No quiero ser papá —balbuceó como queja, sin siquiera saber qué decisión tomar. La novela que estaba leyendo estaba en su mejor escena, pero también debía seguir leyendo la guía de "cómo entender a los bebés y no morir en el intento"

Aunque según su padre él era solo un hermano mayor. Tener un titulo mayor a ese sería mucho más problemático. Bostezó dejando caer su cabeza sobre la almohada, tratando de no perder la página de su interés.

"¿Cómo diferenciar cuando mi bebé llora por comida o berrinche?"

Fue cuando los días empezaron a recordarle el cambio abrupto de su rutina. El no lograr dormir sus buenas doce horas de sueño, que ahora serían unas cuatro si las contaba.

—¿Desde cuándo ustedes orinan tanto?

¿Por qué cambiar el pañal era tan complicado? Se preguntó, en lo que soltaba una vez más la prenda, y arrugaba su expresión al notar el mal olor que venía del menor, quien con sus grandes interrogantes ojos azules parecía disfrutar de su desconocimiento.

—¿Cómo era lo del pañal? ¿Con o sin polvo? —bostezó, en lo que volvía a tomar la prenda, pero fue en vano, cuando con un estornudo del menor activó algo más. Kakashi apenas cubrió sus labios, cuando el orine cubrió su rostro en un chorro. En lo que un balbuceó, como si fuera una risa salió del pequeño Naruto—. ¿Es gracioso para ti? ¿verdad?

Limpió su rostro con un paño húmedo, en lo que volvió a suspirar. Bien, de lo que estaba seguro, es que Naruto no tendría un hermanito. No parecía por eso, jamás. Nunca.

—Esto no lleva instrucciones —observó confundido el biberón, mientras que Naruto seguía entre sus brazos, era de madrugada y no dejaba de gimotear. Tenía hambre según el libro, y los primeros biberones habían sido hecho por Kurenai en lo que él terminaba de cubrir su trabajo. Naruto se removió, inquieto—. Voy, voy, déjame ver esto.

Sacó su móvil, y marcó a la única mujer de confianza, para que fuera de ayuda. Los grandes ojos de Naruto parecían querer gritarle desde lo más profundo de su ser. Tan pequeño, y con una presencia tan única, como sus padres. ¿Qué podría ser de su futuro?

"Espero que tengas una buena razón para llamarme, Hatake"

—Naruto tiene hambre. ¿Qué hago?

"Seguir instrucciones como cualquiera otra persona" Kakashi la escuchó suspirar. "Sencillo, la formula no tiene mucha ciencia..." Las instrucciones de Kurenai las fue anotando mentalmente, mientras el sollozo de Naruto empezó, sintió que pronto entraría en pánico junto al menor. Eso no lo enseñaban en prisión "No seas tonto y hazlo" Y cortó la llamada.

—Café... y leche... —balbuceó adormilado—. Leche...

Colocó el biberón sobre los labios de Naruto, y un manotazo por parte del menor lo hizo despertar un poco más. ¿Qué tanta fuerza podía tener un bebé? Kakashi se acomodó sobre su cama, inseguro de poder dejar a Naruto solo en su cuna por lo que quedaba la madrugada.

—Vamos a dormir, en conjunto a la luna y sus hijas, cuentas las estrellas, tantas como puedas, hasta que tus ojitos se cansen y ellas te despidan —canturreó palmeando su pequeña espalda, casi sintiendo como la madrugada se lo tragaba y él aun no podía conciliar el sueño. Según su amiga, cantar funcionaba para hacerlos dormir—. Espero que contigo aquí, no me dejen documentos.

Acarició sus pequeños y regordetes deditos. En su rostro adormilado surcó una leve sonrisa que fue continua de un bostezó largo. Kakashi se removió en la cama, deseoso que no despertara tan pronto Naruto.

—Solo unas horas...

Apenas sintió la pesadez en sus ojos, Kakashi escuchó el timbre sonando varias veces, de inmediato volteó hacia el pequeño cuerpo que se removió incomodo. Rezó mentalmente a cualquier dios para que tuviera un poco de piedad por él. Acarició su mote de cabello, y con su dedo índice, quitó la arruga de su pequeña frente.

Salió de la cama al ver que no se detendría el molesto sonido.

—Buenas días, Kakashi —saludó en su puerta Gai en un casi grito que fue interrumpido por la mano del mencionado en sus labios—. ¡Oh! Lo siento.

—Sí, sí... lo que digas, entra y cierra la puerta sin tirarla.

—Está bien —caminó detrás de él, mirando el departamento como si no hubiera estado antes, notando como Kakashi se mantenía con el torso al descubierto—. Hemos estado llamando a tu móvil, incluso a tu móvil personal pero no contestabas. ¿No tienes frío?

—Ocupado.

—Me lo pude imaginar, eso de cuidar a la futura generación puede ser difícil, ¡Pero tú puedes! ¡Animo! —gritó Gai, tan solo dándose cuenta segundos después de su error, al ver la mirada de reproche de Kakashi y luego de largos segundos, esperando que aquello no hubiera sido escuchado. El llanto de Naruto hace que Kakashi se levante de su sillón, ignorando la mirada apenada de su compañero—. Lo siento.

Kakashi volvió con el rubio niño entre sus brazos, en lo que se dirigió a la cocina bajo la mirada atenta de Gai, quien vio al pequeño siendo alimentado, mientras se acercaba hacia él. Hatake regresó al sillón con ahora su lindo acompañante. A solas lo llamada garrapata.

—Llevas muy bien su crianza.

—Solo han pasado dos semanas, Gai, eso no es nada —Kakashi ni siquiera quería pensar en como sería los años llevaderos.

—Ten, estos son los documentos que debes archivar, el caso de animals, ya sabes con eso de que ahora eres padre y el pequeño aun no puede estar con una niñera.

—No.

—Lo siento, Hiruzen fue claro con lo que debías hacer. Naruto ahora es tu misión, no lo olvides. De paso, serás notificado de cualquier suceso que esté relacionado con la banda.

—Hmm.

Quería ahogarse.

Tú y yo, contra el mundo 「au」Where stories live. Discover now