Capítulo 9: Contigo.

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El sol se despedía en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos cálidos que se mezclaban con los matices del anochecer. El parque estaba bañado en esa suave luz crepuscular, proporcionando un escenario sereno para el juego infantil y los momentos compartidos entre padres e hijos.

Kakashi observaba desde un banco apartado, sus ojos siguiendo cada movimiento del pequeño Naruto. Un coro de risas resonaba en el aire, llenando el ambiente de alegría y vitalidad. Las risas eran la banda sonora de la infancia, una melodía que Kakashi había aprendido a valorar y apreciar de nuevo.

De repente, el pequeño Naruto tropezó, sus rodillas chocaron con el suelo del parque. Un instante que se sintió como una eternidad, antes de que el llanto llenara el aire. Kakashi se puso de pie en un abrir y cerrar de ojos, pero antes de que pudiera dar un solo paso, Naruto ya estaba en pie, con sus pequeñas manos frotando sus rodillas con determinación y enojo. Las lágrimas caían por sus mejillas, un río de emoción y frustración.

—¡Maldita sea! —Kakashi escuchó al pequeño murmurar, un eco de las expresiones que a veces dejaba escapar en situaciones similares. Naruto era sin duda un reflejo de él, en los gestos, las palabras y también en la fortaleza.

Kakashi avanzó hacia él, con pasos medidos y cuidadosos, pero antes de que pudiera alcanzarlo, Naruto levantó la mirada. Sus ojos azules se encontraron con los de Kakashi, una conexión instantánea que transmitía más de lo que las palabras jamás podrían. En ese momento, el llanto se desvaneció, reemplazado por una determinación obstinada y un deseo de demostrar su resistencia.

—¿Papá? —preguntó Naruto con voz temblorosa, en busca de validación, en busca de apoyo en ese momento de vulnerabilidad.

Kakashi se agachó, quedando a la altura de Naruto, y lo abrazó con ternura. Las lágrimas en los ojos del niño relucían con la luz del atardecer. Kakashi entendía la mezcla de emociones que inundaba ese momento: el dolor físico, el deseo de ser fuerte y la necesidad de sentirse amparado.

—Estás bien, pequeño —susurró Kakashi, su voz tranquila y reconfortante. Sosteniendo a Naruto, recordó cada vez que había llorado en soledad, cada vez que había deseado que alguien estuviera allí para secar sus lágrimas. Ahora estaba decidido a ser esa figura de apoyo para Naruto.

El llanto cesó gradualmente, las lágrimas quedaron atrás como testigos de una emoción pasajera. Naruto se separó un poco del abrazo y miró a Kakashi con determinación, como si estuviera listo para volver a enfrentar el mundo con valentía.

Kakashi le ofreció una sonrisa alentadora y se puso de pie, extendiendo su mano hacia Naruto.

El camino de regreso a casa era familiar, cada paso resonando con la sensación de seguridad que Kakashi había construido con esmero para Naruto. Las luces de las casas comenzaban a brillar en la calle, creando un sendero de puntos cálidos que los guiaban de vuelta. El pueblo que ahora llamaban hogar era un refugio, un lugar donde Naruto podía crecer en paz, lejos de las amenazas que habían acechado su vida desde su nacimiento.

Kakashi sabía que no sería fácil, que habría desafíos y obstáculos en el camino, pero estaba dispuesto a enfrentarlos todos por el bienestar de Naruto. Reflexionó sobre cómo había aprendido a cocinar platos simples pero nutritivos para Naruto, cómo había luchado por encontrar trabajo y cómo había construido una red de amigos y vecinos en el pueblo. Aunque había momentos de duda y soledad, cada sonrisa de Naruto, cada abrazo, había valido la pena.

Kakashi observó al pequeño que caminaba a su lado, su rostro reflejando la felicidad y el cansancio propio de un día de juegos en el parque. Miró a Naruto, cuyos pasos cortos pero decididos le recordaron lo mucho que habían pasado juntos.

Tú y yo, contra el mundo 「au」Where stories live. Discover now