| En el callejón de las ratas |

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Tenía diez años cuando lo perdí todo, las llamas que rodeaban aquel automóvil quedaron grabadas en mi mente.

- ¡Mamá! ¡Papá! – grite desesperado al salir del vehículo por una de las ventanas que se rompió durante el impacto.

- Takemichi, cariño, tienes que irte- suspiro por lo bajo mi madre, la sangre escurría por el lado derecho de su cabeza.

- ¡No! - con todas mis fuerzas intentaba abrir aquella puerta, pero no cedía.

- Te amamos, nunca lo olvides- mi padre parecía muy cansado, echó un vistazo a donde me encontraba y me sonrió- Se un buen niño.

-Siempre serás nuestra estrellita- me dijo mi madre mientras cerraba los ojos y veía una lagrima caer de sus ojos.

Con todo el dolor de mi alma salí huyendo de ahí. El olor a gasolina se esparcía con rapidez por el aire, tenía ganas de regresar, pero me obligué a seguir corriendo hasta que tras aquella explosión un zumbido era lo único que podía escuchar.

Gire lentamente mi cabeza hasta darme cuenta de las cenizas caían, lo que antes era un vehículo paso a ser solo un recuerdo, no podía distinguir nada entre aquellas llamas que con el paso del tiempo por fin se apagaron.

Nadie de mi familia quiso hacerse responsable de mí, los escuchaba decir durante el funeral que solo sería una carga. Deje la escuela después de que mis tíos robaran el dinero que mis padres me habían heredado. Viví en la calle durante muchos meses; moría de hambre, de frio y sueño, pero todos ignoraban verme.

Mi odio hacia la humanidad crecía cada vez más, un día un grupo de delincuentes me dieron una paliza, malherido y sin nadie a quien recurrir jure vengarme de todos aquellos que me miraban como una escoria.

Fue así como con tan solo quince años le arrebate la vida a un hombre de treinta, aún recuerdo la sangre en mis manos y como el calor que emanaba aquel cuerpo desaparecía. Había intentado abusar de mí, pero no lo permití.

-La vida no es justa ¿o sí? - le pregunte al cuerpo a mi lado mientras limpiaba las lágrimas que salían de mis ojos sin parar, la imagen de mis padres viéndome con horror apareció ante mis ojos – Perdón padres, pero las estrellas también se apagan.

Ese día perdí un poco de mi humanidad, me equivoque al pensar que podría tener une vida feliz. Ahora caminaba arrastrando un cadáver para deshacerme de él.

-No era una mala persona- me detuve y miré al cielo, las pequeñas gotas impactaban mi rostro sin piedad- Solo tuve mala suerte

El mundo es cruel y son pocos los que vivimos en carne propia lo podrida que es la sociedad.

Estábamos en un almacén abandonado, el aire frio entraba por los cristales rotos de las ventanas, los noticieros decían que sería un invierno muy frio, no sabían con certeza cuanto duraría

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Estábamos en un almacén abandonado, el aire frio entraba por los cristales rotos de las ventanas, los noticieros decían que sería un invierno muy frio, no sabían con certeza cuanto duraría. No confiaba en ellos, siempre se equivocan.

Criminal Love [DraTake]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora