El día de Gemir

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Llegó el miércoles, estoy lista y decidida a tener el sexo más increíble con este hombre desconocido. Tengo todo el ritual de belleza realizado, exfoliación, depilación, cabello y hasta las uñas. Quiero que mis pies estén lindos, quizás él sea fetichista de pies ¿Será que al pensarlo y ocuparme con tanto detalle de esto, seré yo la fetichista? No lo sé, Aún no he explorado esos caminos.

Patricia y yo estamos en el lugar de encuentro, él me escribe que va en camino a verme. Bueno, es puntual, eso le suma puntos. Mis nervios me consumen, aunque no los demuestro. Me despido de Patricia y le agradezco el favor.

- Más tarde nos vemos, no sé a qué hora llegaré.

- ¡Ok, disfruta! Me responde.

Camino hacia el lugar donde está su carro. Esto ya no tiene marcha atrás, es todo o nada. Abro la puerta del carro y lo veo. Tiene puesta una bermuda de jean ajustada que dejaba ver lo bien dotado que esta, camiseta rockera y sus lentes de sol, un outfit apropiado para sus días de vacaciones. Dios, no quiero que sientas mis nervios, aunque ya a estas alturas son unos nervios deliciosos. Entro al carro, me da un beso apasionado en la mejilla, ya puedo sentir sus ganas. Me mira completa como deleitándose de lo que está apunto de comerse. Llevo mi cabello suelto un tanto despeinado, un Jean holgado, una blusa de tirantes y debajo un bralette de encaje.

-Que bueno vernos por fin. Le dije

- Si, por fin llegó el día de gemir.

Me rio de su comentario y pasamos a hablar del tema del momento, el covid, y de otros temas más ligeros mientras vamos camino a su casa.

Es una conversación amena, él no solo es buen escritor también es buen conversador.

Llegamos por fin a su casa, abre la puerta y vamos directo a su habitación. Por fin puedo ver completo el escenario del que he sido testigo virtual. Enciende el speaker para poner música, mientras yo exploro el espacio. Su habitación es cálida, está bien organizada. Veo la gran ventana, al lado de su cama que da acceso al balcón bellamente decorado con unas sillas y unas mesas coloridas. Miro al cielo y veo la luna llena que será testigo de esta experiencia de placer. Sigo explorando sigilosamente su closet perfectamente ordenado, separando ropa de ejecutivo de su ropa más informal. Sigo mirando y encuentro en su escritorio adornos en forma de calavera, su portátil, 3 libros, uno de filosofía y otros dos de poesía. Me siento en el sofá, me quito los zapatos, él se sienta frente a mí con una mirada cálida, quiere hacerme sentir cómoda. Le hecho una mirada a sus tatuajes, aprovecho para acariciar su brazo con suavidad y para ir entrando en calor. Le pregunto si sus tatuajes tienen algún significado. Mientras me explica, yo me pierdo en sus labios y en sus ojos. Puedo sentir mi humedad diciéndome que estoy lista para que hagamos locuras. Vuelvo al presente. Veo como se desabrocha la bermuda, me doy cuenta que no tiene ropa interior. Mi corazón se quiere salir del pecho. Acomodo el tirante caído de mi blusa, parece que a estas alturas la ropa ya está de más.

Mira uno de mis tatuajes y me pregunta:

- ¿Cuántos tatuajes tienes?

- Tengo 10 tatuajes. Le respondo

- ¿Si? No están muy visibles.

- Realmente son muy pequeños.

- ¿Dónde los tienes? muéstrame

-Ven y descúbrelos.

Baja el tirante de mi blusa y me besa el primer tatuaje, sigue recorriendo con sus manos mi espalda y besa el segundo. Puedo sentir la calidez de su aliento y la suavidad de sus labios. Ya deseo que me bese. Como si hubiese leído mi mente se acerca a mi cara, la toma con sus manos y nos fundimos en un beso profundo. Nuestros labios y nuestras lenguas se entrelazan como si ya se conocieran. Estoy tan excitada, me siento la protagonista de una película erótica. No siento vergüenza ni miedo, me siento libre. Las historias que la niña imaginaba, la mujer las hace realidad con mucha sensualidad y lujuria.

Día de GemirUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum