Después de ganarse el segundo lugar del reality más famoso de Argentina, la vida de Julieta dio un giro de 180°. Logró explotar su carrera como actriz, trabajar con marcas internacionales como modelo y permanecer frente a los reflectores, tal y como...
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Salta, junio de 2033.
Cuando el número de su vuelo resonó por los altavoces del aeropuerto, Julieta se paró detrás de una señora que parecía estar retando a una adolescente por no despegarse de su teléfono; ella supuso que se trataba de su nieta.
—Te dije varias veces que dejes ese celular. Ya estamos por abordar y vos sigues con lo mismo.
—Esperá un segundo más, Lela. Están por decir una bomba en LAM—dijo la adolescente llevando el altavoz del teléfono cerca de su oído.
Mirando desde atrás, siendo una simple espectadora, Julieta no pudo evitar imaginarse en esa misma situación junto a su madre muchos años atrás, cuando vivir entre las cámaras era su sueño. Cuando no sabía lo que implicaba ello.
Desde que era una niña supo que su vida ideal era frente a las cámaras, siendo actriz, modelo, presentadora, conductora, lo que fuera. Pero siempre frente a las cámaras.
Simplemente sentía que podía ser ella misma frente a ellas, que podía brillar; se sentía su mejor amiga.
Primer error.
En el mundo del espectáculo no existían las amistades. Menos si estaban involucradas las cámaras.
—Julieta Poggio sigue dando de qué hablar en estos días—el volumen del teléfono de la adolescente la sacó de sus pensamientos—. Se ha difundido un supuesto audio de ella hablando de su último compañero de elenco, co-protagonista.
Era increíble como algo se podía viralizar tan rápido. Más cuándo se trataba de mentiras.
—Buah, ¿esto era la bomba? Pensé que iba a ser algo más interesante—se quejó la chica bloqueando su teléfono.
—¿Más interesante que eso? La radio que escucho a la mañana ya lo difundió hace qué hora. No sabes las bestialidades que dice esa mujer. Yo creo que está...
Antes de escuchar lo que podía tratarse de un insulto, prefirió ponerse los auriculares y sumergirse en "Gorgeous" de Taylor Swift que, diez años después, seguían siendo una joya entre el repertorio de su música. No quería escuchar nada. Ni lo que hablaban la señora y su nieta, ni el murmullo de la gente, ni los altavoces pidiendo que todos circulen.
Solo quería hacerse una bolita y escuchar música, pero ni siquiera eso podía.
Solo quedaba aguantar.
Algo que ella parecía hacer a la perfección.
(...)
'—Esta no sos vos, Julita. Has cambiado mucho, hija.'
Esas palabras fueron las detonantes de todo. 'Una granada desafortunada en un campo sumergido en una falsa calma' diría su amiga Daniela, quién últimamente se había obsesionado con los videojuegos gracias a su hijo.
