Capítulo 3

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Alba.

Los lunes eran los días más innecesarios de toda la semana, mi madre decía que eran los miércoles.

Pero, los lunes lo son.

Todos están pasando la resaca de los domingos, o en mi caso simplemente odian ese día.

El hecho de dormirte tarde todo el fin de semana, y tener que levantarte al día siguiente tan temprano era totalmente una porquería.

Hasta el nombre es aburrido.

Después de mi encuentro con Russo, busqué a Eli para irnos no soportaba estar un segundo más ahí.

Hoy la cafetería estaba repleta de personas, cómo todos los lunes. Son los días más movidos en los cuales necesitas cómo mínimo cinco brazos para poder atender a todos.

Pensaba que el encendido sería mi oportunidad para hablar con Carter, pero fue una tonta ilusión ya que él nunca apareció o tal vez estaba pero con tantas personas era imposible poder verle.

—Eli.—dije en un susurro tras la barra.—Hey, escúchame.

—Alba, quiero morir.—la escuché susurrar.

—Escondí tus galletas favoritas.—dije mientras sacaba una cajita de la barra.

Eli levantó la mirada rápidamente, y se levantó en busca de la cajita.

Mi amiga había tomado un descansando, tuvo que atender muchas mesas antes de poder ir almorzar.

Ella levantó la mirada se veía agotada, hoy el día realmente era agotador.

—¿Tienes planes para mañana en la noche?—pregunté, mientras servía un café en la barra.

—No realmente, ¿que tienes en mente?—preguntó Eli mientras subía una ceja.

—¿Puedes quedarte a dormir en mi casa?—le pregunté y ví cómo se iluminaron los ojos.—Veremos unas pelis, y comeremos palomitas.

—Me siento una adolescente de nuevo, tenías años sin invitarme a dormir en casa.—dijo, haciendo más drama del esperado.

—Anoche dormiste en mi casa.—dije.

Eli no quería ir a su casa, así que solo nos llevo a mi casa y allí, me dijo que si podría quedarse en casa.

—Si, pero no me invitaste.—dijo ofendida.—Yo decidí que era momento de quedarme en tú casa.

Rodé los ojos y seguí limpiando la barra.

—La última vez que me invitaste espiamos a Carter.—dijo.—Lo vimos bañarse desde la ventana de su baño.

Eso fue en bachillerato, estaba obsesionada con Carter y él vivía a tres cuadras más abajo de mi casa así que invite a Eli, a quedarse en casa y la obligue a espiarlo ese día, nunca pensé que lo veríamos bañarse.

Antes solía ser un poco más divertida que ahora, ahora Eli era la chica de los planes locos.

Eli y yo éramos totalmente polos opuestos.

Recuerdo que no me agradaba en bachillerato, la odiaba.

Nunca habíamos hablando, ni esperaba hacerlo hasta que me defendió de unos niños que constantemente me hacían burlas.

Desde ese entonces hemos sido inseparables.

Ella era mi familia.

Cada que caía ella estaba ahí para levantarme nunca sentí que estaba sola o que no encajaba, porque ella estaba ahí.

El desastre que nos une. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora