Capítulo 25

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Alba.

No sabía en que momento dolía tanto mi cabeza, o en qué momento pase de ser una persona, a una bola de problemas.

No sabía dónde estaba, sabía que había pasado y también estaba consciente de quien había venido por mí.

Mi cuerpo estaba tendido en una cama, abrí mis ojos para escanear el lugar donde mi encontraba.

No estaba en el hospital, tampoco estaba en mi habitación.

Me removí en la cama en la que me encontraba.

Joder, me dolía todo el cuerpo.

Escuché como unos pasos se acercaban a la habitación, cerré rápidamente los ojos.

Tal vez, había soñado a Logan.

Tal vez esos hombre si lograron hacerme lo que querían, y ahora estaba en la cama de uno.

Mi corazón comenzó acelerarse, pero apretaba los ojos para no abrirlos.

—Joder, me cago en la puta—dijo una chica.

Esa voz yo la conocía, esa era Fer.

—¿Que le hicieron, Logan?

Abrí los ojos, antes de que este pudiera responderle.

Vi como Logan me miraba, y se acercaba a mi con cuidado.

Me removí y él se detuvo, no quería que se acercara, no por ahora.

—Alba, ¿está todo bien?—preguntó la chica.

Giré para mirarla, y si era Fer se veía preocupaba, aunque tal vez estaba asustada.

Asentí, intenté sentarme pero todo el cuerpo estaba doliéndome, era como si me hubieran cumplido a golpes antes.

Joder, si es que, si lo habían hecho.

Logan se había acercado un poco más, gracias a mi cara de dolor.

—¿Que hora es?—pregunte.

—Cariño, son las dos de la mañana.—dijo Fer.

Abrí los ojos perpleja.

¿Cómo podía ser tan tarde?

Joder, mi madre iba a morirse.

—¿Donde estoy?—pregunte, y comencé a buscar mi celular.—Mi madre, me matará.

—Ya le escrito a tu madre, le dije que te quedarías conmigo.—dijo Logan.—No parecía muy convencida.

—¿Donde estoy?

—En mi casa.—respondió Logan.

—Quiero irme a casa.

—Eso no es una buena idea, Alba solo preocuparas a tu madre y te harás daño.

—No vengas tú a decirme lo que esta bien, quiero irme ahora.—dije con rabia.

—No, no lo harás.—dijo Logan.—Dejarás que Fer te cure, y dormirás aquí hasta que estés bien.

—No eres mi padre joder, me iré si quiero.

—No estoy de humor para tus malcriadeces, te quedarás y punto.

Vi como Fer se removía nerviosa, sabía que estaba incomoda por nuestra discusión ya que no había emitido ni una sola palabra.

—Yo creo, que esperaré afuer...

Interrumpí a Fer, no me podía dejar sola con este loco, que solo quiere dar órdenes estupidas.

El desastre que nos une. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora