Capítulo 4: Donde hay conversaciones importantes

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Gavi despertó solo, sin saber si lo que recordaba sobre la noche anterior era real o no; pero esa no era su cama ni su habitación, estaba completamente desnudo y sentía un dolor bastante soportable en su cadera y... bueno, un poco más abajo también. Así que sí, lo más probable es que el recuerdo de él aferrándose a la fuerte espalda de su profesor de biología mientras este lo embestía sin piedad seguro era real. La sonrisa que se formó en su rostro al caer en cuenta de eso fue quizá la más amplia que había esbozado su rostro, superaba quizá a la enorme sonrisa que formó cuando sus padres le regalaron su primera playera del Barcelona, su equipo predilecto ¿Qué podía decir? Estaba feliz de haberse salido con la suya, aunque en verdad esperaba que las cosas no se quedaran simplemente en un acostón, en algo de una noche; esperaba que al menos pudieran ser amantes.

Se sentó en la cama, sin saber como se sentía por haber despertado solo la mañana siguiente de su primera vez, aunque recordaba muy bien que habían dormido abrazados después de ducharse y haber bebido helectrolitos para aminorar la resaca, aunque lamentablemente esta seguía ahí, aún así había despertado solo. Sin lugar a duda tomaría eso de haber dormido juntos como un indicio de que quizá las cosas cambiarían, y esperaba que lo hicieran a su favor por muy prohibido que fuera lo que deseaba con tantas ansias.

Fue bastante placentero encontrar en la mesita de noche que estaba a su lado una taza de té de manzanilla aún tibio, una pastilla que ayudara con su resaca y una botella de helectrolito, pues lo hacía pensar que Robert pensaba en su bienestar, en que era un caballero y eso solo lo hacía enamorarse un poco más de lo que ya estaba.

Tomó la pastilla, apuró el té y se vistió antes de salir de la habitación, llevando consigo la bebida rehidratante.

Apenas salir de la habitación la voz de Édith Piaf cantando su canción más conocida lo inundó todo. Siguió la música francesa por el pasillo, llegando al espacio abierto que hacía de sala, comedor y cocina, encontrando a Robert preparando el desayuno mientras tarareaba La vie en rose.

El chico se permitió imaginar por un momento que esa era su vida: despertar una mañana de domingo y salir de la habitación para encontrar al hombre que tanto amaba preparando el desayuno para ambos mientras cantaba cualquier cosa y la luz entraba a raudales por las puertas abiertas que daban al balcón. Una vida juntos, amándose sin importarles lo que la gente diría.

—Buenos días— Dijo el profesor mientras ponía un par de hotcakes en un plato —Lo siento, pero mis dotes culinarios no van más allá que huevo en todas sus presentaciones, hotcakes y pasta.

Gavi fue a sentarse en un banco frente a la isla de la cocina, recibió un tenedor de manos de Robert y comenzó a comer mientras lo veía ir y venir preparando mas hotcakes normales antes de agregar colorante morado al resto de la masa.

—¿Hotcakes morados? — Preguntó Gavi mientras llenaba de crema de avellana su porción de desayuno.

—A mis hijas les encantan. Dicen que saben a uva, aunque solo sea masa coloreada.

—¿Tienes hijos? — Preguntó Gavi interesado.

—Dos niñas. Una de seis años y otra de cuatro— Robert pareció entender algo en ese momento, pues levantó la vista de lo que hacía para buscar la del chico —Debí de decirte eso antes de...

—No, descuida— Interrumpió Gavi— Solo dime por favor que no estas casado o algo así.

Lewandowski suspiró, odiaba con su alma hablar del tema, pero Gavi necesitaba saber esto, tener una idea de con quien se estaba relacionando. Y era precisamente sobre esa relación que necesitaba hablar, pero primero lo dejaría desayunar, con suerte eso eliminaba su resaca y lo hacía tomar todo de manera más objetiva.

Young LoveWhere stories live. Discover now