As de Corazones 🔞 (Lucci x Lectora)

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La veo frente a mí, barajando las cartas nuevamente bajo aquella lúgubre luz de la mesa de póker

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La veo frente a mí, barajando las cartas nuevamente bajo aquella lúgubre luz de la mesa de póker. Aún no sé si se ha percatado de lo mucho que la observo, dado que ella empezó a asistir aquí hace un par de meses y no sabe que no es algo normal en mí estar concentrado en algo más fuera del juego.

Particularmente, me gusta observar cómo baraja las cartas. Sus manos son finas y delicadas, y de sólo verlas puedo imaginar lo suave que es su tacto. Tanto, que me he sentido tentado a probar aunque sea un roce de sus manos en más de una ocasión, para así sentirlas cerca de las mías, aún cuando no anhelo el más mínimo contacto con nadie en esta sucia y corroída mesa de póker.

Pero no, ni siquiera he intentado esto. A mis ojos, sería perder la calma y todos en la mesa saben que ese no es mi estilo. No es que me importe lo que piensen de mí, pero en este juego, ver la actitud de tus oponentes es algo importante y hacer tal cosa sería un acto imprudente.

No soy una persona particularmente extrovertida ni que asuma muchos riesgos. Me gusta mantener la distancia con la gente en general y más aún con la del bar; después de todo, nuestro único punto en común es el juego, nada más. No tengo relación con ninguno de ellos ni deseo tenerla. Me gusta asistir, jugar, disfrutarlo a mi manera e irme. No apuesto más de la cuenta, ni gano más de lo que espero. Lo que yo busco es un juego perfectamente equilibrado. Y sí: gano lo suficiente como para apostar algunos dólares con tranquilidad, pero no soy avaro.

Mientras todo esto atraviesa mi mente, ella está repartiendo las cartas entre los cuatro y, la verdad, aún no comprendo cómo una mujer así termina jugando póker en este bar de mala muerte con dos hombres inmundos y yo. Es que, como dije, este lugar y esta gente contrasta de forma abismal con ella, su piel y su aroma.

No, no me prejuzguen. No me he acercado a olerla como un psicópata. Es que lleva un perfume que le encaja a la perfección y es imposible no notarlo, lo siento incluso estando en el lugar más alejado de la mesa de ella.

Hoy lleva aquel vestido negro, ese que es notorio que no es fino, sino más bien una prenda de uso diario que llega hasta la mitad de sus muslos, pero cada vez que lo lleva puesto sonrío internamente, dado que puedo deleitarme y ver un poco más las curvas de su cuerpo, hasta apreciar sus largas piernas.

Es que creo que me he vuelto loco de tanto desear tocar la tersa piel de esta mujer, que, si algún día lo hiciese, tal vez me decepcionaría de sobremanera si no se asemeja a lo que imagino en mis breves fantasías que sobrevuelan mi mente estando frente a ella.

Como dije: suelo ser una persona recatada, pero ella está haciendo que quiera cruzar esa línea, empieza a urgir hacerlo.

En fin, ella terminó de repartir y miré mis cartas. Para mi dicha, eran muy buenas y debía mantener la compostura, como siempre. Coloqué una apuesta en la mesa, con naturalidad, y esperé a ver cómo reaccionaban ellos.

Uno de los viejos de la mesa se retiró y el otro dudó, pero se quedó igualando mi apuesta de mala gana, sólo para probar suerte; ella me miró con sus penetrantes ojos ámbar y revisó sus cartas de manera vacilante, aunque finalmente decidió poner una apuesta aún más alta que la mía. Cada vez que me miraba así —aún siendo sólo como parte del juego— sentía un escalofrío eléctrico que me recorría desde la base de la espalda hasta el cuello. No lo demostraba, pero no quería que apartara su mirada de la mía. Quería que me mirara sólo a mí y que el resto desapareciera.

One Piece / One ShotsWhere stories live. Discover now