Después de la batalla contra Wakanda el rey de la nación submarina se verá enfrentado diversas situaciones que colocarán en su camino . El proteger a su gente es su misión de vida. ¿Cambiará algo dicha misión?.
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1571 Inicios de Talokan.
La princesa Fen observaba su antiguo hogar desde las aguas marinas que ahora eran su lugar. Acaricio su vientre mientras cerraba los ojos y sentía los ligeros movimientos de su pequeño fruto.
— Bejla'e' lela' k wotoch, in chan ajawo' — le habló a su bebé — Teech le sáasilo' le sáamal — dijo con la voz entrecortada mientras una pequeña lágrima se deslizaba por su mejilla.
— Ts'o'ok le p'isib, Fen — le habló el chaman mientras acariciaba su hombro dándole consuelo.
La princesa contuvo el llanto y solto un largo suspiro buscando paz en su ser para luego sumergirse en el agua. El chaman y la princesa poco a poco se adentraron en las profundidades del océano. Era hora de regresar a su hogar. En lo más profundo yacía una pequeña ciudad, la cual poco a poco estaba siendo fortificada. Su nombre era Talokan y aquel pequeño en el vientre de Fen sería su rey.
El portador del mañana para su nación.
El tiempo pasó y aquel niño que nació de Fen crecío con lentitud mientras que su madre envejecia cada vez más. Hasta que la luz que poseía se apagó dejando así a su pequeño hijo. Aquel niño poseía una inmensa curiosidad por el mundo de la superficie y aquello fue la causa de uno que otro problema.
— ¡Atrapenlo! — gritó un hombre mientras disparaba al aire.
Los ladridos de los perros y gritos de los hombres asustaron al pequeño K'ukulk'an, quien al escucharlos soltó todo lo que había recolectado y se elevo por los cielos para luego ocultarse en la cima de un árbol. Con la respiración agitada y el corazón descontrolado el pequeño observo atento al suelo. Al escuchar los pasos cubrió su boca e intento regular su respiración.
— ¿A donde fue? — preguntó uno de los hombres mientras se frenaba debajo del árbol donde se escondía el pequeño.
— No pudo haber ido lejos. Debe estar cerca — respondió otro hombre — Búscalo — le ordenó a su animal, quien inmediatamente comenzó a rastrear impaciente.
Fue entonces cuando el animal comenzó a olfatear el árbol y ladrar descontrolado a este que el pequeño rey tomó vuelo y con rapidez se lanzó al agua provocando que un fuerte chapoteo. Los hombres corrieron hacia el lugar donde se había producido el sonido, sin embargó no encontraron nada.
Aquel niño había desaparecido.
Los hombres se marcharon del lugar y el pequeño rey asomó levemente su cabeza sobre el agua observando aquellos frutos y flores. Si algo había definido es que se iría con ellos a casa. La noche llegó y fue entonces cuando el pequeño Namor emergió del agua y corrió como rapidez a tomar todas las cosas que había tomado. Frutos, flores y uno que otro objeto humano. El crujido de una rama llamó su atención y se acercó volando con lentitud hacia el lugar de donde provenía aquel sonido. Entre los arbustos encontró el hueco de un enorme árbol y en dicho encontró a una joven la cual cargaba a su pequeño bebé. Aquella mujer poseía cierto parecido con su madre.
