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El nueve de enero, por la mañana, Sirius había pasado por Severus, ambos habían ido al Londres muggle, Tom Cygnus se fue al ministerio, y él le siguió una hora después. Estaba haciendo papeleo, Regulus y Barty habían hecho la investigación de campo para que él no se arriesgase ese día, le pareció que Severus se sentiría igual de mal si sus amigos resultaban heridos el día de su cumpleaños que si lo hacía su padre, pero de todos modos les agradeció. Terminó con todos los expedientes a eso de las dos de la tarde, a tiempo para ir a ayudar a sus padres con la decoración de la casa. Junto a los amigos de su hijo se dirigió a la red flú, todos yendo a sus casas, cuando llegó a la mansión vio a su padre colocando un cartel de feliz cumpleaños, Bella ayudaba a la señorita Tomlinson con el pastel, y Mattheo y Delphine inflaban globos con magia. Tom ayudó a su padre con el cartel, después pusieron más decoraciones de techo y pegaron algunos globos a la pared. Tommy había llegado dos horas después con unos cuantos regalos, los cuales puso sobre la mesa donde habían más. Tomó un par de bocadillos de otra mesa y Tom le vio sacarle la lengua a sus hermanos. Quienes gustosos le respondieron igual.

Entre las cuatro y las cinco de la tarde llegaron los amigos de Severus, y la familia extendida, Druella como siempre había llevado tantos regalos como cabían en sus brazos, sabía que ella nunca lo admitiría, pero él notaba cómo era su nieto favorito, incluso sin serlo en realidad, no se quejaba, pero sí que le parecía interesante, el último en llegar fue Barty, acompañado de su madre, Peter y la chica que habían adoptado hacía varios años, vio a Delphine correr hasta ellos, llevándose a Miriam junto a ella, las dos hablando tan rápido como podían de cosas que Tom no entendía. A eso de las cinco y media, Sirius le mandó un mensaje «Estamos en la esquina, ya casi llegamos». Él no respondió, sólo hizo que todos se escondiesen y apagasen la luz, para cuando ambos llegaron, saltar con un gran «¡Sorpresa!», sobresaltado a Severus quien les sonrió tras la sorpresa inicial; la fiesta no fue muy diferente a las anteriores, bailaron, comieron, cantaron el feliz cumpleaños, Severus abrió algunos regalos, y a las dos de la mañana todos habían regresado a sus casas, excepto Sirius. Estaban sentados en el comedor terminando el pastel que Bella y la señorita Tomlinson había preparado cuando ésta habló, tomando a Severus de la mano, específicamente en la que tenía un anillo... no esperaba que le pidiese matrimonio tan pronto.

—Oh, cariño, yo tenía uno igual cuando era jovencita.

— ¿En dónde quedó, Maw-Maw?

—Hace muchos años se lo regalé a tu padre... era mi anillo de matrimonio, pero ya sabes cómo acabó eso. De hecho se lo regalé porque le gustó el grabado que tenía —Dijo mirando mejor el anillo—. Sei tutto cio 'di cui ho bisogno (Eres todo lo que necesito) —murmuró, compartiendo miradas con Severus, ella tenía una sonrisa suave—. ¿Dónde conseguiste este anillo, mi amor?

—Esta tarde Sirius me pidió matrimonio con él.

La sorpresa fue general, exceptuando a Tom, quien se fijó específicamente en la señorita Tomlinson, sus ojos lagrimeaban y su sonrisa era más grande. Tras unos segundos se miraron fijamente, ella preguntó con señas casi imperceptibles, él sólo asintió en respuesta. A las dos de la mañana los demás se fueron a acostar, Tom y Meredith se habían quedado a recoger los platos, ambos en un acuerdo silencioso en el que prometieron quedarse para hablar, y así lo hicieron, él hizo que los platos se lavasen con magia mientras ambos bebían té sentados uno frente al otro en la barra de la cocina.

—Pensé que habías perdido ese anillo.

— ¿Por qué?

Ella se encogió de hombros.

—Nunca más lo vi, y tenías como cinco años cuando te lo regalé, no era muy loco pensar que se te habría caído o algo así.

—En realidad lo guarde en una cajita junto a las pocas cosas que tenía, la habían escondido en el colchón para que nadie pudiese quitármelo.

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