Capítulo 18

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Mi cuerpo se congeló, estaba en shock. Cómo es que él está aquí?, se suponía que hoy no llegaba. No me moví, tampoco solté la manecilla de la puerta de la furgoneta, su mano seguía sobre la mía, no ejercia ninguna fuerza sobre mi, lo que extrañamente me calmó sabiendo la situación en la que nos encontrábamos.

-Siento haber tardado tanto cariño.- Su mano se deslizó por mi brazo hasta el hombro y bajar por esta hasta rodearme la cintura y con su otro brazo me atrapo oficialmente en un abrazo lleno de cariño y preocupación.- Siento todo esto.- Sentí cómo se apoyó en mi hombro y oculto su rostro en mi cuello, podía sentir su respiración cálida chocar contra mi piel fría. La adrenalina de mi cuerpo disminuyó y ahora mi cuerpo volvía a doler, mi cabeza empezó a darme vueltas y mis piernas flaqueaban, al final deje de agarrar la manecilla de la puerta de la furgoneta.- Tienes fiebre cariño, de seguro estás cansado y con frío.

No dije nada, simplemente recargue mi espalda en su cuerpo a modo de apoyo. El me cargó en sus brazos y yo solo me deje, me acomodé como pude para estar más cómodo.

-Oh cariño, tus pobres pies.- Mire mis pies y me di cuenta que solo iba en calcetines, ahora estaban mojados y fríos por la nieve. Rusia se dio la vuelta y miró a los tres hombres con una mirada furiosa.- ¡Tu, renacuajo! ¡Dame tu abrigo ahora!

-P-pero...

-¿Me vas a contradecir?

Alek, el soldado bajito se quejó por lo bajo y se quitó el abrigo para después poner me lo encima en forma de manta. Rusia entró rápido a la casa y me llevó hasta el dormitorio, me acostó en la cama y me quitó el abrigo de encima, me agarró de la mano en donde tenía las llaves de la furgo y me las quito para después irse de la habitación, no sin antes depositar un suave beso sobre mis labios. Tenía frío así que me puse la manta encima, en espera de que él volviera a entrar por la puerta, pero el que entró fue Nikolay.

***

Baje a la sala principal donde se encontraban los tres soldados y Nikolay a quien le ordené que fuera con mi esposo. Me acerqué a Frank y le entregué las llaves de la furgoneta, él solo me miró desconcertado y le sonreí.

-Tu has cuidado a mi esposo y estoy agradecido por eso, a pesar de saber que tu lo estabas ayudando a escapar, te agradezco que lo cuidaras.- El hombre me miró sorprendido y temeroso, cuando quise hablar de nuevo me interrumpieron sus compañeros.

-¡Sabia que tramabas algo pedazo de mierda!

-Señor Rusia, déjenos hacernos cargo de este traidor.

-¿Sois gilipollas o os lo haceis?- Los mire enojado, mi voz salió ronca y fuerte, de inmediato los soldados se pusieron firmes y cerraron la boca, volví a mirar a Frank y le volvi a sonreir.- Solo por que te preocupaste por él y lo cuidaste, te dejare vivir, pero te tendré vigilado para que no me delates o tu familia podría pagar tu error. Puedes irte yo tengo asuntos pendientes con tus "ex" compañeros por lo que vi en las cámaras ocultas de la casa.- Pude ver en el rostro de esos dos como se ponían blancos y rei.- Soldado lárguese antes de que cambie de opinión.

-Gracias por dejarme marchar mi señor.

Estuve en silencio observando a los dos hombres mientras que se escuchaba como la furgoneta era arrancada. No hable hasta que deje de escuchar el vehículo.

-Siganme y tal vez les perdone la vida.- Ni de puta coña los perdono.

Me dirigí fuera de la casa y los guié hasta el cobertizo de fuera. Una vez dentro, saqué mi arma de mi chaqueta y les disparé a cada uno en las piernas, agarré unas cadenas que habían en un rincón del cobertizo y los encadené. Una vez después de que precure que no se desangraran los deje solos en el cobertizo y me dirigí a la cabaña, me apetecía hacerme un chocolate caliente y uno para mi esposo de paso, así que me dirigí a la cocina a prepararlos y luego irme hasta el dormitorio.

Nunca nos separarán. (Rusmex) +18 (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora