Dieciséis II

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Min Yoongi fue consciente desde que pronunció ese sí, que estaba haciéndolo para complacer a su padre

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Min Yoongi fue consciente desde que pronunció ese sí, que estaba haciéndolo para complacer a su padre. Si había alguien de todas las personas del universo difícil de encontrar en una fiesta de deportes, ese era él. De pequeño, cuando su mamá todavía vivía, se le daban un poco mejor y lo entusiasmaban más; pero desde el accidente, desde las rabietas de su hermano hacia el karate, los deportes salieron por completo de su panorama para volver a entrar solo gracias a las clases de educación física que aprobaba casi de milagro. Pero sus amigos del club de música tenían un amigo en el equipo de futbol donde también jugaba Jeon Jungkook, así que pensó que podría estar bien. No tenía que hacer nada que no quisiese y siempre era libre de huir si el ambiente se volvía demasiado áspero de sobrellevar.

Por qué pronunció esa pregunta, esa tarde en la biblioteca mientras Jimin y él practicaban matemáticas, escapó a su racionalidad.

—¿Irás a la fiesta del viernes? —preguntó ya sabiendo la respuesta.

—¿Irás tú? —Jimin le preguntó negando con suavidad.

—Jaebum y Mark quieren acompañar a Yugyeom —le contó asintiendo.

—Podría intentarlo —el omega murmuró suspirando.

—Es una mala idea —él dijo volviendo a escribir.

—Cualquier cosa que yo haga es una mala idea —Jimin dijo con un puchero, concentrándose en su calculadora.

—¿Quieres ir? —Yoongi le preguntó sin pensar, y el chico frente a él se quedó observándolo en profundidad.

—¿Tú quieres que vaya? —terminó devolviéndole la pregunta, haciendo que un escalofrío le recorra la columna y termine picando en su nuca.

Él nunca había sido un buen mentiroso, podía tener en control sus emociones y regularlas de forma que nunca lastimasen a nadie, podía omitir y fingir que no había visto y oído ciertas cosas; pero no mentir. Nunca había tenido la necesidad de hacerlo, y su vida fue más liviana por eso; sobre todo cuando era tan débil a ese tipo de miradas, como la que estaba clavada en él en ese momento.

Min Yoongi no era ingenuo, Park Jimin había comenzado a coquetear con él tiempo atrás, incluso cuando muchas veces esa no era su intención y solo era su omega aflorando por instinto. Lo notó bañar todo de un aroma cremoso a frambuesa cada vez que se ríe de sus chistes, también arreglarse la ropa y el pelo cuando lo ve acercarse. Notó que las mejillas se le ruborizan de un tono cálido que tarda en abandonarlo, que se toquetea los labios mientras piensa y también cuando lo observa.

Y luego está toda esa sorpresa que Jimin no puede manejar cada vez que tiene un gesto amable para con él, y que hace vibrar a su alfa de complacencia cuando los recibe gustoso. Yoongi es consciente de que esos gestos no son la gran cosa, pero también sabe que el omega no los ha experimentado antes, que en su casa el ánimo es sombrío y que la mayoría de las veces tiene que trabajar o humillarse para conseguir una pizca de ellos. Y también sabe que el omega odia esa posición de inferioridad en la que siempre se esforzaron por colocarlo.

Yuan bei - Yoonmin (omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora