Capítulo 4

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Bakugou lleva días sin apenas descanso.

Su entrenamiento se ha intensificado a la llegada de la Viuda Rosa, Mina. La mejor profesora de defensa personal y tortura. Aunque en esta última no muestra sus aprendizajes a nadie, tan solo trucos para sobrevivir si te encuentras en tal situación.

-¡Bakugou! ¡Tienes que ser más despiadado! Hombre o mujer tienes que saber defenderte. ¡Vamos! ¡Atácame otra vez!

El chico va directo hacia ella pero la pobre coreografía de golpes y patadas que ha aprendido no sirven de nada contra la Viuda Rosa que lo derriba en cuestión de segundos. Una y otra vez. Una y otra vez.

-Me debes una cena.

Kaminari está de buen humor. Apostó a que Bakugou no sería capaz de derribar a Mina en su primera clase perdiendo toda esperanza Sero. Mina les pide que se unan a la práctica siendo derribados igual de rápido que el nuevo.

-Dais pena chicos. Lleváis años practicando conmigo y no sois capaces de hacerme ni un rasguño.

-Sabes que no me gusta pegar a una chica.

-Y por eso no te envían a misiones donde hay que engatusar a las chicas y acorralarlas porque al final eres tú quien acaba entre la espada y la pared.

-No me lo recuerdes.- su rostro se contrae como si acabase de darle un bocado a un limón.

-¿Lleváis aquí mucho tiempo? – pregunta curioso Bakugou.

-¿Unos ocho años...?– intenta hacer memoria Sero.

-Doce, en nuestro caso.- sonríe Mina orgullosa.

-¿Qué os llevó a quedaros aquí? ¿No queréis recuperar vuestras anteriores vidas? – los tres se miran entre sí – Ah, lo siento. Siento si me he metido donde no me llaman.

-Exacto, no es asunto tuyo, niño pijo.

Kaminari escupe en el suelo entrando de nuevo en el edificio.

-No le tengas en cuenta sus comentarios, no es un mal chico.- le defiende Sero.

-De todos los que estamos aquí él es quien tiene un pasado nada agradable.- Mina se ha quedado observando el lugar vacío que ha dejado su amigo – Kaminari y yo nos conocimos en unas circunstancias un tanto similares. Nuestras familias son pobres, venimos de un barrio marginal donde el abandono, el hambre y la droga están al orden del día. No íbamos al colegio porque nuestros padres no podían permitírselo así que robábamos para poder subsistir. Y un día le robamos a quien no debíamos – la fría brisa remueve el cabello corto de Mina. Sus ojos le hacen saber a Bakugou que se ha quedado estancada en cierto momento de su pasado – Midoriya nos salvó. Éramos unos críos que luchábamos para sobrevivir en un mundo el cual nos trataba con crueldad. Le debemos la vida.

-Ahora entiendo ese odio de Kaminari hacia mí y el mundo del que provengo.- habla cabizbajo Bakugou.

-No es por eso.- Sero se aproxima a él – Es porque tú has acabado aquí por otro motivo distinto al de ellos. En mi caso es simplemente porque mi padre y el suyo tienen negocios juntos. Midoriya me preguntó si quería formar parte de sus guardaespaldas y acepté. Luego hay otros que no tienen familia ni nada que perder y ofrecen sus vidas sin miedo a morir. Hay quienes tomaron la mano de Midoriya sin dudar. Otros que están en deuda con él. Otros que no tienen a dónde ir – le gira mirando al cielo – En esta enorme mansión hay historias escalofriantes, desgarradoras, crueles y sanadoras. Y aunque todos trabajemos para el mismo hombre hay rivalidad y odio entre nosotros.

InfiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora