SIETE

260 39 3
                                    

Raine miraba su alrededor con ojos cargados en desdén. Hace rato la habían tropezado y le dolía el pie. Fue un grave error haber sucumbido ante Jungkook.

—Ya quita esa cara, llegaremos pronto —le dijo él—. Mira, la fila está avanzando.

—No sé ni qué hago aquí, la verdad. —se quejó, cruzando sus brazos con fastidio— No me gusta el cine, no me gustan las de terror, no me gusta la gente...

—Pero sí te gusto yo —la interrumpió.

Raine soltó un soplido de protesta.

—Le gustas a tu novia. Por cierto, ¿dónde está? ¿Qué tenía que hacer?

Hablar de ella no era su pasatiempo favorito, pero le dio curiosidad.

—Su hermana se mudó y le pidió ayuda con algunas cosas de la mudanza. Pero lo bueno... —La miró con picardía— es que tú estás aquí conmigo. —La cargó por la cintura y la alzó varios centímetros del suelo.

Raine apenas tuvo tiempo de molestarse cuando el olor del perfume que Jungkook usaba llegó a su nariz. Era muy masculino, fuerte y arrollador. Le provocó un torbellino de emociones instantáneas. Chocar su pequeño cuerpo contra el suyo no era cosa nueva, lo que sí era novedoso, era que no lo hacía desde que el título del «mejor amigo» que él poseía empezó a quedarse corto.

En ese instante, no sentía que fuese él quien la abrazaba con tanto cariño.

Y eso le resultó extraño.

Jungkook la estrujó y la apretó entre sus firmes brazos como si no la hubiera visto desde hace siglos, haciéndole pensar a Raine que la echaba mucho de menos. Lo que no podía ser posible, si ambos pasaban la mayoría de su tiempo juntos.

Tal y como una muñeca, Raine se quedó inmóvil esperando que Jungkook la soltara.

Ella no le correspondió en ningún momento, en vista de que se sentía incómoda y quería tocar el suelo cuanto antes. Entonces, escuchó, o creyó escuchar, a Jungkook murmurar algo en su oído. Luego, él la regresó al suelo y la soltó de entre sus brazos. Con eso, pensó que quizá se equivocó, con tanta algarabía pudo confundirse fácilmente.

—Te quiero mucho, Raine —repitió él con claridad, mirándola a los ojos—. ¿Tú me quieres?

La pregunta le dio una estocada de sorpresa a Raine. Pasó su cabello por detrás de su oreja y giró para darle la espalda a su amigo; ni siquiera podía sostenerle la mirada. Sentía un repentino calor en el rostro y su corazón copió la velocidad de una bala. Amanazaba con abrirle el pecho y huir de allí cuando Jungkook le pasó ambos brazos por encima de los hombros y la atrajo hacia su sólido pecho.

No había dudas, él NO era su Jungkook.

—Dime que me quieres, ¿sí?

La miraba mientras se lo pedía.

—Tú sabes que lo hago —susurró, sintiendo cómo ardía su piel.

—Nunca me lo dices. Quiero oírlo.

—Jungkook, la fila avanza. Ven, vamos a movernos.

Raine quiso caminar por cuenta propia, pero Jungkook siguió colgado de ella, así que lo hicieron juntos.

—Dios mío, ¿qué le dirías a tu novia si nos viera así? No hay excusa para esto, va a pensar que la engañas conmigo.

Jungkook chasqueó la lengua.

—Ella sabe que tú eres mi mejor amiga y que nunca pasaría algo entre nosotros dos. Eso hasta el Papa lo sabe. Así que no te preocupes. —Besó su mejilla.

Perfecto.

Palabras crueles y un gesto de humillación.

—Jungkook —lo llamó una voz conocida.

Ambos voltearon y se encontraron con Vasie, esta tenía el ceño fruncido y una sonrisa forzada mientras los veía.

«¡Genial! Realmente era genial», pensó Raine, fuera de todo sarcasmo. Significaba que ella no tendría que ver esa película de largo título y pasar una hora y media, o quizá más tiempo, sentada al lado de su amor imposible.

Por lo visto, las labores que Vasie tenía junto a su hermana habían logrado acabar pronto y al final sí podría acompañar a Jungkook. Ella sabía que él invitaría a su amiga Raine, pero no le molestó la idea de hacer aquella noche una cita de tres. Aunque se cuestionaba la idea, luego de lo que había visto. De todos modos, quiso pensar que habían sido cosas suyas.

Tras su presencia, quien no tardó en pronunciarse fue Raine. Le hizo saber a Jungkook que quería irse. Ahora tenía a su novia y el plan inicial continuaría. Todo perfecto. Todo, excepto que él no quería que ella se fuera. Por lo tanto, Jungkook le ofreció comprarle la entrada y un combo de palomitas y Pepsi para que se quedara. Y le insistió y le insistió hasta que logró que ella se hartara, y aún así, no se detuvo.

Porque él jamás perdía, siempre ganaba.

Muestra de ello, era verla sentada a su extremo derecho en la sala de cine mientras él le sonreía y luego a Vasie, por su lado izquierdo. En medio de ambas, estaba feliz.

Raine se consideró a sí misma una estúpida muy débil. Y se abofeteó mentalmente por caer ante sus miles de insistencias. Ahora sería parte de un horroroso mal tercio, donde presenciaría besos y caricias inapropiadas. Pero si irse heriría a Jungkook una vez más, entonces estaba bien si se quedaba. Ya lo había maltratado mucho y esa jamás había sido su intención.

La película llevaba media hora de haber comenzado y la concentración de Raine en la pantalla era insuficiente. Vagaba por el universo como Stevens le dijo en aquella ocasión. Prefería encontrarse nadando en el interminable océano interno que poseía a ser consciente de que Vasie le estaría tocando la entrepierna a Jungkook o, peor aún, introduciendo su mano dentro de sus pantalones. No era que lo hubiera visto, sin embargo, se hacía la idea porque ellos eran novios, y cosas como esas las hacen las parejas en un cine oscuro.

De repente, un estruendoso ruido se escuchó, eran los gritos provenientes de la exagerada actriz, y eso sobresaltó al inerte títere que era Raine en ese momento. Se aferró al apoyo del asiento donde Jungkook reposaba su mano, y sin darse cuenta, se la apretó al asustarse. Él la miró burlón, segundos después, con dulzura. Había envocado sus antiguos viernes de películas, cuando el terror llegaba a afectar sus nervios y ella lo abrazaba en busca de consuelo.

Jungkook realmente la extrañaba, la sentía tan distante esas semanas que en ocasiones dudaba de que se tratase de la misma Raine que solía conocer.

—Tranquila —murmuró en su oído—. Estoy aquí.

La consoló como lo hacía siempre que se asustaba y entrelazó su mano con la de ella, induciendo un revuelo de mariposas en el estómago de su amiga.

《  ⤵︎ ...♡!》

14.3.24

Diez mil horas » j.jk [ Terminada ]Kde žijí příběhy. Začni objevovat