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Los dedos del príncipe danzaban sobre las teclas del piano, provocando un dulce sonido que inundaba toda la habitación, acompañado del cálido brillo que les brindaba el sol.

No era común que el joven heredero del trono estuviera en esa habitación, a menos que tuviera alguna molestia que no podía solucionar. Quackity veía sin expresión alguna sus dedos moverse, estaba tan sumido en sus pensamientos que no prestaba atención a su alrededor, tan abstraído que no se dió cuenta del momento en que cierto castaño entró a la habitación.

Su padre le había dado la noticia sobre cómo su coronación se había adelantado, mucho más de lo planeado y hoy, iban a hacer un baile para dar el comunicado oficial a todo el reino. No sabía qué es lo que sentía en esos momentos ¿emoción? ¿Angustia? Esperaba que el sonido del piano, pudiera darle una respuesta a su incomodidad del momento.

—¿Estarás todo el día aquí? —Quackity detuvo sus manos al escuchar que las notas no eran su único acompañante.

—Volviste... —su corazón comenzó a bombear con fuerza y sus ojos brillaban al ver al de ojos rubí. Hace ya unos días, Luzu se fue del castillo por una misión que le había encomendado el rey dejando a Quackity sin guardia personal por un lapso indefinido.

—Un pájaro me dijo que te enteraste.

—¿Tú lo sabías? —se sorprendió al verlo asentir para después soltar un suspiro— ¿Por qué no me lo dijiste?

—No es algo que debería de decirte yo —respondió con una leve sonrisa al ver la mueca en el menor quién volvía su vista al piano— ¿No estás feliz?

—¡Por supuesto que lo estoy, no creas que no me emociona! —aclaró con rapidez—. Es tan solo que...

—¿Muy pronto?

—Sí... Apenas tengo veinte años ¿siquiera los del congreso estarán de acuerdo? Se que los ancianos me odian, hay que ser bien estúpido como para no notarlo.

Luzu frunció su entrecejo, no era secreto que los del consejo no le tenían aprecio al príncipe ya que ellos, ni se molestaban en ocultar su desagrado aún delante del rey, y todo porque no era un chico fácil de manipular, y sabía defenderse de las críticas de los ancianos.

—¿A quién le importa el consejo? Eres tú quién gobernará, no ellos y yo creo que serás un excelente rey, uno mejor que tú padre.

Las mejillas de Quackity se vistieron de un rojo suave, escuchar que sería un excelente rey de parte del castaño lo hacía feliz tan feliz, que había olvidado lo que le estaba molestando. Sonrió levemente a la vez que pasaba sus dedos con suavidad sobre las teclas.

—Hoy en la noche se dará un baile para hacer el anuncio oficial —avisó al tocar otra tecla haciendo que esta produjera un sonido suave— ¿Irás?

—No podré, estaré de turno esta noche.

—¿Cómo que de turno? Acabas de llegar de un viaje largo —se giró quedando frente a frente al castaño.

—Ordenes de mis superiores, hoy habrá mucha gente y se necesita a toda la guardia en servicio.

Quackity hizo una mueca, no le gustaba esa idea. Luzu había regresado de un largo viaje y no descansaría esa noche, en cambio al parecer tendría que hacer guardia y conociendo cómo son sus superiores, no lo iban a soltar fácilmente. Muchas veces quiso interponerse en el trato que le daban al castaño, pero al final siempre terminaba con una reprimenda por parte de su padre.

Él, tan solo quería tenerlo a su lado cuando se diera aquel anunció que sería el primer paso a lo que sería su nueva vida.

Luzu al ver el rostro decaído del menor, acercó su mano a las teclas del piano para presionar una y después otra en ritmo lento. Quackity mantenía su vista en las manos del castaño mientras que prestaba atención al sonido en el aire, miró al mayor para después moverse y darle espacio para que sentara a su lado. Sin alejar sus manos de las teclas, Luzu se sentó al lado del príncipe para seguir tocando la melodía, pero de una manera más rápida.

Recuperando la corona | Luckity Where stories live. Discover now