O8.

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Entre tropezones, el príncipe junto a su guardia, lograron al fin salir de aquella complicada cueva. Una vez que se toparon con el exterior, Luzu dió la opción de ir a buscar algún río para descansar y comer unos segundos. Además de que aquello sería de ayuda como una guía para encontrar la ciudad principal de la región, pero si se encontraban con un pueblo, era una mejor opción.

Ir a la ciudad sería arriesgarse a encontrar guardias, o bien ya todos podrían estar enterados de aquel rumor errado y haber pedido ayuda para atrapar a ambos, lo cual las complicaciones se aumentaban. En cambio si iban a algún pueblo, el peligro podría ser menor.

Quackity pensaba que aquello podía ser una mala idea, pero cuando el mayor le dijo que no iban a entrar al poblado, pudo calmarse un poco.

No supo cuánto tiempo estuvieron entretenidos en la cueva, pero ver que la noche los estaba siguiendo, le hizo entender que estuvieron casi todo un día intentando salir ahí. El pelinegro se encontraba cansado, no habían avanzado mucho y Cempasúchil aún se encontraba bastante lejos. Llegaba a pensar que nunca serían capaces de llegar, y que nunca iba a recuperar su reino. Pensar en eso, solo lo hacía deprimirse más de lo que ya estaba.

—Descansaremos aquí —el anuncio del castaño lo hizo salir de sus deprimentes pensamientos.

—¿Aquí? Pensé que querías que buscáramos un río.

—La noche está por pillarnos, y tú te ves cansado.

—Pero si estoy bien —Quackity protestó, aunque era verdad que se encontraba cansado, no quería detenerse—. Si nos volvemos a detener, a este ritmo nunca llegaremos a Cempasúchil.

—No pienso forzar tu cuerpo a seguir caminando —Luzu observó al pato quién tenía una pequeña mueca de molestia—. Tu cuerpo no está acostumbrado a hacer este tipo de viajes, en cambio, yo sí. No te haré seguir.

—¡Pero de esta manera...

Mi prioridad eres tú —el príncipe guardó silencio al escuchar eso—. Quackity, Las Nevadas depende de tí y de que estés bien. Si tú no lo estás, tu reino peligra.

El silencio se apareció a interponerse entre ellos cuando el castaño dejó de hablar, Luzu tenía razón. Su reino dependía de él, no de su persona, si no de su magia.

La tierra fértil de Las Nevadas, provenía de la magia de quién gobernaba. Sí el maná de la persona era bajo, la fertilidad también lo sería, y si era alto, de igual manera. Aún recordaba cuando su padre enfermaba de vez en cuando y su maná decaía, las tierras y el reino por completo sufrían las consecuencias, por eso mismo siempre cuidaba mucho de su salud.

—Entonces con más razón debemos de apresurarnos.

—Quackity, ya te dije...

—¡Pero yo aún no soy rey! —interrumpió mientras llevaba su mano a su pecho—Mi coronación no se completó, por lo cuál esa responsabilidad aún no me corresponde. Esos viejos están al mando, de ellos está dependiendo el reino, y si tienen poco maná... Las Nevadas se irá a la ruina.

El silencio esta vez se quedó de lado del castaño, observando fijamente al pelinegro quién esperaba que algún sonido saliera del mayor. Después de unos eternos segundos más, Luzu soltó un suspiro y con frustración llevó su mano a su cabello, y lo sacudió. Pero no pudo evitar estar orgulloso por el menor, aquella determinación, solo lo hacía sentir seguro de que sería un buen rey.

—Bien, como su majestad ordene —Quackity esbozó una sonrisa—. Seguiremos avanzando, pero solo hasta que no puedas más. No me arriesgaré a que tu salud decaiga, porque ya te lo dije... Tú eres mi prioridad, y no dejaré que nada te pase.

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⏰ Last updated: May 15, 2023 ⏰

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