Capítulo 5: Excusa.

159 32 9
                                    

—Esta semana habrá una actividad un tanto diferente —habló la madre con una enorme sonrisa mientras caminaba por los pequeños pasillos que había entre todos los escritorios de sus alumnos.

Siete de la mañana, Doyoung quería matarse ahí mismo por tener que estar utilizando su cerebro a una hora la cual estaba destinada a descansar. ¿Cuál era la manía por querer tener a sus estudiantes sufriendo tan temprano? Todas las clases en otros colegios comenzaban a eso de las ocho y media, se sentía estafado.

—Moriré —susurró Doyoung.

—He visto que muchos en esta clase poseen demasiado talento dirigido a la parte artística —la madre se detuvo frente a Doyoung, poniéndolo nervioso. —Así que esta semana harán por parejas una maqueta que represente los siete días de la creación, tienen hasta el próximo Lunes para entregarla, ustedes deciden si la hacen en clase o después del horario escolar.

No podía ser tan malo hacer ese tipo de maquetas, Doyoung disfrutaba de esas actividades en su antiguo colegio. Aunque toda su emoción quedó apagada cuando vió que todos a su alrededor comenzaban a buscar una pareja y nadie volteaba a verlo, incluso Irene ya se había juntado con una de sus amigas.

Incómodo, se dedicó a jugar con su bolígrafo, logrando quitar un pequeño pedazo de plástico para después masticarlo cómo si fuese la cosa más interesante del universo.

—Prefiero hacer el trabajo con una mujer antes que con Kim. ¿Saben lo que dicen de el? Intentó incendiar la iglesia del pueblo.

El pelinegro volteó de inmediato cuando escuchó esas palabras, sacándole un susto de muerte a su compañero chismoso. Hizo un gran esfuerzo para no terminar saltandole encima, debía de mantener un buen comportamiento para que sus padres no creyeran que solo era un niño rebelde y maleducado.

—Calumniar está penado, por Dios y por la ley.

Fue lo único que dijo, pero suficiente como para llamar la atención de todos a su alrededor.

Las miradas encima de el lo hicieron sentir abrumado. ¿Alguien podía empatizar con el y decirle si esa sensación de estarse ahogando en medio de un mar profundo era totalmente normal? Porque ahora mismo parecía estar siendo juzgado.

—Doyoung —el pelinegro dió un salto al escuchar la voz de la madre y se volteó lentamente, temiendo ser regañado. —¿Qué estás comiendo, corazón?

—Un plástico —respondió con pena. —Solo mastico, no lo como.

—Ve a tirar eso, cariño, te vas a lastimar.

El adolescente tomó la mano de la madre al ver que la había extendido frente a él. Sus compañeros se quedaron expectantes a cualquier movimiento que fuese a realizar, sin embargo, al contrario de lo que muchos creían, se negó a reclamar algo y simplemente caminó hasta el cesto de la basura para poder tirar su plástico masticado.

¿Es que acaso también estaba mal querer comportarse de buena manera? Ni siquiera con buenas acciones tenía contento a nadie, seguían mirándolo como un monstruo incluso si no se negó a obedecer esta vez.

A este paso comenzarían a considerarlo el anticristo.

Lo que más le molestaba era la forma en la que Johnny lo observaba para después hablar discretamente con su grupo de amigos. Odiaba que la gente en ese colegio fuese tan juzgadora, se supone que eso estaba mal y que Dios no perdonaba cosas de ese tipo.

Hipocresía. Todo lo que tuviese que ver con la iglesia era una maldita hipocresía.

De ninguna manera Dios sería tan malo como para juzgarte por tu apariencia y no por lo que hay en tu corazón.

Entonces una idea llegó a su cabecita de adolescente amante de molestar con su simple existencia.

—Madre —Doyoung se acercó a la mujer mayor, colocando su mejor carita de niño bueno. —¿Cree que podría colocarme en la actividad junto con John? Desconozco aún un par de temas y el parece saber demasiado, tal vez incluso podría enseñarme sobre la religión católica.

Johnny volteó de inmediato al escuchar su nombre, sintiendo que en cualquier momento podría desmayarse por lo que su compañero de escritorio se había atrevido a sugerir.

—En realidad esa es una muy buena idea —la madre asintió con una sonrisa. —John, cariño, harás el trabajo con Doyoung. Creo que ambos podrían aprender mucho del otro, apuesto a que será interesante ver sus diferentes puntos de vista en un solo proyecto.

El pobre del adolescente castaño daba miles de vueltas en su joven mente, no quería hacer el pequeño proyecto en compañía del mismísimo anticristo. ¿Y si le hacía daño mientras estaba distraído? Corrían muchos rumores sobre su extraño comportamiento, dijeron que lo habían expulsado de su antigua escuela por haber amenazado a alguien con sacrificarlo en un ritual satánico.

¿Y si solo quería invocar un demonio y necesitaba su alma pura de creyente?

Sin embargo...

—Claro —aceptó con una falsa sonrisa.

—Se te va a caer la cara de felicidad —se burló Doyoung con una sonrisa llena de maldad, asustando un poco a su compañero de escritorio.

Doyoung podría jurar que incluso pudo sentir a Johnny temblar. ¿Tanto miedo causaba su mirada o simplemente las personas exageraban? Empezaba a creer que este colegio religioso estaba lleno de personas dramáticas.

—Dios mío santo —susurró Johnny cuando Doyoung centró su atención en otros asuntos. —Yo se que las batallas se las das a tus mejores guerreros, pero yo no soy uno de ellos. Juro que mi alma es pura, no es posible que tenga que contaminarla con el.

Estaba a nada de tirarse y hacer un berrinche, todo porque no aceptaba trabajar con Doyoung. ¡No quería ser corrompido! Se negaba a dejarse tentar por el demonio.

—Creo que a Dios no le gustan las mentiras —habló Doyoung, sorprendiendo a Johnny. —Oye, estás literalmente a unos centímetros de mí, puedo escuchar todas las tonterías que susurras a cada cinco segundos. No te creas tan importante, yo tampoco me muero de ganas por trabajar contigo, pero es lo que hay.

—¿No? Entonces no se lo hubieses sugerido a la madre —dijo Johnny entre dientes, conteniendo su enojo. —Me arruinas el día.

—Ay, y de seguro a mí me lo arreglas por completo —Doyoung sonrió al momento en que se dió cuenta de que su sarcasmo estaba sacando de sus casillas a John. —Cariño, yo solo estoy haciendo favores, no te dejaré en paz por lo menos hasta que mis padres decidan sacarme de aquí.

—Llevas un par de días, no vas a durar mucho.

—Yo duro mucho —bromeó. —No se tu.

—Me refería al colegio —Johnny volteó con sus mejillas sonrojadas, observando a su compañero con odio.

—Yo también, ¿En qué cosas andas pensando, San John?

La cara que colocó Johnny fue una absoluta diversión para Doyoung. Fácilmente podría hacer este tipo de cosas durante toda su existencia, específicamente a su compañero porque era el que más se empeñaba en hacerle burla con el hecho de que era alguien que venía de una escuela pública.

¿Alguien religioso y clasista? No, gracias, ya había muchos de esos y no era nada bonito, justificaban sus malas acciones echándole la culpa al pobre de Satanás que no hacía más que estar por ahí y decían cosas como "eres pobre porque quieres, consigue un trabajo" sin tomar en cuenta el entorno en el que vivían las personas. ¡Ah! Pero cada semana asistían a misa.

Una nota en su escritorio hizo que saliera de sus pensamientos, iba a tirarla hasta que se dió cuenta de que esa era la letra de Irene.

"Oye, muy bien jugado, ahora tendrán excusa para verse después de clases.
—J. Mayor"

Doyoung decidió voltear en dirección a su amiga y le guiñó un ojo entre pequeñas risitas cómplices.

Terminó centrando su completa atención a la clase porque no quería que lo viesen como alguien desinteresado sin ganas de aprobar, en realidad le preocupaban mucho sus notas para poder ingresar a una buena universidad en la ciudad más cercana.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Mar 02, 2023 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Oh God [2023 Ver]Where stories live. Discover now