Prólogo

10.3K 801 178
                                    

Londres, 1817



Sasuke recibió con un sonrisa formal, la taza de té de vajilla china que le ofreció una de sus amigas, luego se inclinó hacia adelante para que la misma le colocara una pequeña cucharada de azúcar, antes de levantar la mano, indicándole que era suficiente. Probó la caliente bebida, muy bienvenida con el clima gélido de invierno, y luego miró a Sakura, quien estaba frente a él, alizando de manera ansiosa los pliegues de su falda, bastante llamativa para su gusto.

Se conocían los tres hacía algunos años, en el colegio de omegas y señoritas, en un pequeño pueblo de Yorkshire; y desde ese entonces sus dos amigas habían mantenido una relación romántica bastante señalada por la sociedad, y lo que llevó a una de ellas, Hinata, a separarse de su familia y ser despojada de su dote. De todas formas, Sasuke no las juzgaba, había sido testigo de su amor incondicional en muchas ocasiones, y no le importaba seguir frecuentando el pequeño departamento en el centro de Londres algunas tardes, para acompañarlas a la hora del té, y tener amenas conversaciones en la aburrida rutina que llevaba como omega de clase media.

—¿Están seguras de eso? Digo... no las estoy juzgado, pero me preocupa que no puedan lidiar con las secuelas— preguntó serio, y su vista bajó hacia sus manos, cuando ambas las entrelazaron.

—Será difícil, pero lo hemos pensado mucho— contestó Sakura con un suspiro —Los instintos de Hinata no menguarán hasta que no tenga un hijo, y desgraciadamente yo no se lo puedo dar.

—¿Pero buscar a un alfa?— insistió.

—No, no un alfa— respondió Hinata apresurada y con su voz muy baja. Sasuke sorbió, recordando la aversión de la Omega hacia la casta dominante, hasta el punto de hecharse a llorar cuando alguno la miraba demasiado tiempo.

—Será beta, un extranjero de paso preferiblemente, y estaremos juntas todo el tiempo— explicó Sakura, sus palabras sonando bastante frías, cosa que le hizo percatarse de que no estaba segura del todo con su decisión.

—Las acusaciones se harán peores— avisó Sasuke —De por sí las personas las critican por mantener una relación a pesar de que seas beta, imagina cuando sepan que de repente tu omega está embarazada.

—Siempre eres demasiado directo— suspiró otra vez Sakura, y Hinata bajó la cabeza.

—Soy objetivo, soñar y olvidar las crudas realidades de la vida, solo trae problemas. Es mejor estar preparado de una vez para lo que venga— respondió, dejando entonces la taza sobre la mesa, y tomando una galleta de vainilla de una bandeja —Yo las apoyo en lo que hagan, lo saben— añadió, al verlas algo incómodas —Solo no quiero que se arrepientan después. Un hijo no lo es todo en la vida, Hinata, deberías tratar de aplacar tus instintos por el bien de tu pareja, y si no puedes, pues separense.

—¡Sasuke...!— exclamó Sakura.

—Tienes razón— murmuró la omega, peinando de manera nerviosa uno de sus largos mechones negros —Pero lo he intentado, mucho... Yo... lamento ser tan egoísta— sollozó, siendo abrazada de repente por su pareja, quien le lanzó a Sasuke una mirada severa, que solo provocó que esté se encongiera de hombros.

—Que tú no tengas instintos, no significa que los demás los puedan ignorar— recriminó —Los omegas dominantes son demasiado fríos.

—Puede ser, sinceramente no me gustaría estar en su lugar— tomó otro sorbo de su té antes de dejar la silla —Discúlpame Hinata, solo intento ser franco para que no vayan a cometer una locura.

—Lo sé...— murmuró ella, con una tímida sonrisa —Lo pensaré mejor— Sasuke asintió y luego le tendió una mano a Sakura. La chica la tomó y apretó sus dedos de manera fraternal y olvidando, como era costumbre, la crudeza de las palabras de su amigo.

—Quédate un rato más— pidió.

—No puedo, papá está cada día más insoportable e Itachi más sensible, tengo que desgraciadamente servir de mediador— rechistó con diversión, yendo hacia la salida y colocándose su abrigo —Vendré el domingo, si no hay inconvenientes.

—Está bien, te esperaremos, y de paso te quedas a cenar.

—Trato hecho, pero que cocine Hinata— pidió en tono burlón. La omega cubrió su risa divertida con una mano y Sakura protestó —Nos vemos pronto— se despidió de sus amigas y comenzó a bajar las largas escaleras hasta la avenida.

Por suerte, el departamento no quedaba muy lejos de su casa. Los coches de alquiler estaban cada vez más caros, así que prefería hacer el recorrido a pie, agradeciendo que la nieve ya no eran tan abundante. Ni siquiera respondía las insinuaciones de algunos alfas que se le cruzaban. A sus veinte años, Sasuke era un omega muy llamativo físicamente, pero su interés por una pareja, completamente nulo.

Abrió la reja de la casa, una vivienda que colindaba con varias de aspecto idéntico en la misma acera. Subió las pequeñas escaleras y cruzó la puerta, rodando de inmediato los ojos al escuchar las protestas de su padre.

—¡Es mi última palabra!— gritó éste desde la sala de estar, al Sasuke aparecer, sacudiendo un diario londinense y acomodando los lentes sobre su nariz.

—Ese es el problema, que usted no tiene palabra aquí— recriminó su cuñado —¡Es mi omega!

—También es mi hijo— contrarrestó el mayor, y Sasuke notó como su hermano le daba una mirada de ruego para que los ayudara.

—Deja que se vayan de una vez, papá, que hagan su vida.

—Ya la están haciendo— señaló el vientre levemente hinchado de Itachi.

—Shisui quiere darle lo mejor a su hijo. Que vayan y busquen sus propios vienes, ésta casa es mía.

—Sasuke, así no ayudas— siseó Itachi.

—¡Sobre mi cadáver, chiquillo!— exclamó el viejo.

—Si sigues discutiendo por todo, no tardará mucho— murmuró el menor y su cuñado rió.

—Lo que tienes que hacer es acabar de encontrar un alfa y casarte— señaló el padre.

—Ay papá, no empieces ¿No estabas discutiendo con Shisui? Se quiere llevar lejos a tu hijo y a tu futuro nieto— recordó e Itachi le lanzó una maldición entre labios.

Sorprendiendo a los tres, Fugaku se dejó caer de nuevo en la silla, y suspiró cansado, apretando el puente de su nariz con los dedos, después de quitarse los lentes.

—¿Qué hice para merecer ésto?— se quejó amargamente —Un hijo ingrato y otro solterón.

—Ay, por favor— farfulló Shisui, sin creerle la actuación a su suegro.

—Si su madre viviera, que triste estaría de no poder ver el nacimiento de su primer nieto— continuó, Sasuke soltó una risita al ver a Itachi ceder y acercarse para tomar la mano arrugada de su padre.

—No digas eso, papá. Aunque estemos lejos, podemos visitarnos frecuentemente.

—Si no quería separarse de su hijo, ¿por qué me dió su mano?— preguntó Shisui en tono acusatorio, sacudiendo frustrado los rizos oscuros de su cabeza.

—Eres un buen hombre, o eras, resultaste un traidor— bramó.

—¿Traidor?— inquirió éste, ofendido —¿Cómo puede ser traición querer darle a mi omega y a mi hijo un hogar propio?

Sasuke sabía que la discusión sería larga, su padre era viejo y terco, y su cuñado, siendo alfa, no cedería ante las exigencias de otro de la misma casta. Su hogar era como un gallinero con dos gallos, solo peleas constantes.

—Ellos se irán cuando quieran hacerlo, y con esa actitud, solo provocas que no lo hagan en buenos términos— aconsejó al alfa mayor, y éste lo miró antes de que se retirara.

No, definitivamente no quería eso en su vida. Prefería estar solo y trabajar por sus ambiciones, que ser esclavo de los instintos o someterse a las decisiones de un dominante.

Esposo de una Bestia (Terminada)Where stories live. Discover now