La línea que nunca se debi+o cruzar...

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Las lagrimas se han acumulado por cantidades en mis ojos haciéndome imposible tener la visión clara del camino. Que tonta he sido por llegar a pensar en cosas que nunca van a suceder. Lo peor del caso es que de nuevo estoy sintiendo el dolor de una traición, esta vez la he provocado yo. Pobre mujer y pobre de ese ser inocente que viene en camino, pues no tienen la culpa de tener al hombre más sinvergüenza y descorazonado que exista en la tierra. Connor no le llegó ni a los talones después de todo.

Caminé por los pasillos de la empresa sin rumbo hasta que choqué de frente con alguien, al levantar la cabeza, el Lic. López se me quedó viendo con preocupación.

—Srta. Jane, ¿se encuentra bien? — asentí acomodándome el cabello hacia tras, siento sofocar con mi propia respiración —. ¿Quién la ha lastimado?.

—No, nadie. Estoy algo sensible aun con lo de mi abuela — mentí horriblemente sobre algo que no tengo perdón alguno, pero no pienso ventilar mis intimidades con cualquiera —. Supongo que aun debía tomar unos días más como descanso.

—Debería, Srta. Jane, pero estar sumergida en el dolor no te dará la paz ni a su abuela ni a ti misma — sonrió ladeado —. ¿Qué te parece si vamos a tomar el café que tanto me debes? Quizá y te ayude a olvidar por un ratito la pena que llevas por dentro.

—No me vendría nada mal un café ahora mismo, Lic. López — me ofreció el brazo como todo un caballero y con una sonrisa la recibí.

Nada mejor que un café para quitar las amarguras y alivianar las cargas pesadas que tengo en mis hombros. Bien decía mi abuela, que, entre más cargado, mejor. Según lléganos a una cafetería cercana a la empresa ordenamos una taza café y unos bocadillos, la verdad necesitaba salir de esa empresa y respirar por un momento. Además, que de las ocho horas que trabajo, siete debo estar en esa oficina siempre estando a disposición del Sr. Cooper.

—No sé si Cooper le haya hablado sobre la sucesión, pero su madre a presentado una tutela en su contra. Esta peleando por lo que su abuela le ha dejado en vida — negué, eso no lo sabia —. Esta semana me reuniré con sus hermanos, hasta donde sé, ellos están de acuerdo en darte la parte que te corresponde sin problema.

—No sabia nada de eso — frunció el ceño —. La verdad no quiero nada de la herencia de mi abuela. Me conformo con que mis hermanos tengan la potestad de la productora y no los que dicen ser mis padres.

—Es un testamento, es algo que no se puede cambiar. Además, que su madre no ganaría simplemente por no ser alguna de las mencionadas en el testamento. Está nadando contra la corriente. Ha demorado el proceso. Y sin embargo ella no puede hacer nada legalmente.

—Era de esperarse — susurré encogiéndome de hombros.

—No te preocupes, yo estaré muy al pendiente que todo se divida justo como tu abuela lo quería — sonrió —. ¿Cómo les ha ido con la inversión del queso? Se me estuvo extraño que Cooper no me haya dicho nada, ya sabes, siempre está de desconfiado y le gusta que todo esté en orden.

Por poco y me ahogo con el café ante la mención del queso. Maldita sea, porque me deben de suceder estas cosas a mí. Ahora los hombres parecen estar más interesados en como luzco, que como en verdad soy.

—Wilson — llamó Dereck a nuestro lado, viendo como el Lic. López acariciaba mi espalda ante el ahogamiento que tuve con el café —. ¿Qué hace fuera de la empresa? Yo necesitándola y usted acá tomando café de lo más tranquila.

Calmé la tos y enderecé la espalda viendo a la mujer colgada de su brazo con una sonrisa burlesca en sus labios.

—Sr. Cooper...

—Cooper, Jane no tiene nada de culpa — su verdosa mirada está fija en mí —. No se sentía bien y le ofrecí un café...

—¿Cómo que no se siente bien, Wilson? ¿Por qué no me lo dijo y la hubiera llevado al médico? — se ve preocupado o eso es lo que quiere mostrarme —. Se siente mejor ya — afirmó enarcando una ceja.

—De hecho, el café fue de gran ayuda — alisé la falda y me puse en pie —. Volveré a la empresa a ayudar a Johana en la línea. Lic. López, gracias por el café y por toda la ayuda que me está brindando con lo de mi abuela. Sr. Cooper...— su mirada solo me lanza veneno —. Srta. Fiorella. Permiso.

—Adelante, Jane. Cuídese y si se siente mal es mejor que la dejes ir a su casa, bebé — dijo la mujer hermosa, rubia, caderas y altura proporcionadamente perfectas. De razón soy un mapache sin gracia para él.

—No hace falta — caminé hacia la salida de la cafetería con el corazón en la garganta.

El resto de día estuve tras la pantalla contestando la línea de atención, no es mi trabajo, pero entre más lejos este de ese hombre, mejor. Supe por Johana que ha estado de mal humor, pues no le gustó que ella sea quien le ayude en la oficina. Escuchar a las otras secretarias hablar del jefecito rico y de su novia la obstinada modelo es un verdadero tormento.

—¿Crees que sea cierto que se van a casar?.

—Eso es mas que confirmado, pues ella misma lo ha dicho en varias entrevistas que ha dado para la prensa italiana.

—Que lastima, con estas ganas que le cargo al jefecito — Johana mordió su labio mientras Inés se echó a reír —. Que nos cargamos todas con ese hombre. ¿Quién no ha soñado amanecer entre esos fuertes brazos y tenerlo cerquita piel a piel?. Jane, ¿Qué te parece el jefecito rico?.

—Un hombre común y corriente — respondí y sonrieron con ironía —. No es la gran cosa. Si está guapo, pero ha decir verdad, está mejor el abogado.

—¡Maldición, eso no te lo puedo negar! El papucho madurito abogado esta como pan recién salido del horno reímos y hasta se me olvidó por un momento todo lo que ha pasado.

—Esta caliente y listo para ser devorado entero — dije y estallaron en risas.

—¡Srta. Wilson! — gritó fuerte y furioso Dereck Cooper tras de mí. Inés y Johana se callaron de inmediato y por alguna razón me sentí muy bien al saber que me escuchó —. En lugar de estar echando chisme, trabajen señoritas que para eso es que se les paga — asentimos con la cabeza, pero la risa que quiere salir de mi garganta salió sin poder retenerla.

Estoy muerta y que, ya nada pasa. Llegar a esta ciudad me ha hecho olvidar de mis raíces. La Jane que no se deja de nadie ha resurgido.

—¿Qué es lo que le causa gracia, Wilson?.

—Nada, Sr. Cooper — giré para verlo más rojo que ese de ahí abajo en la noche —. ¿Necesita algo, Sr. Cooper?.

—A mi oficina.

—¿Tiene que ser ya?.

—Usted es mi secretaria, ¿se le olvida?.

—No, para nada.

—No me haga perder la paciencia, Wilson.

Sonreí y caminé hacia la oficina del Sr. ogro, según entramos, me aprisionó contra la puerta. El feroz beso que me dio me robó hasta el aliento, recordándome lo desgraciado que es. Se acaba de marchar la noviecita y sigue haciendo esto.


—¡Ya no más! — lo empujé y sin pensarlo mi mano se volvió a estampar contra su mejilla, sorprendido se echó hacia atrás —. Mire, Sr. Cooper, le voy a decir de la manera menos grosera que exista; no vuelva a cruzar esa línea que nunca debió cruzar, me entiende. Entre usted y yo solo hubo una fuerte química anoche en la cama y nada más, la cual en la mañana se ha desvanecido. No se crea tan especial solo porque fue quien me quitó la virginidad, al fin de cuentas, la iba a perder tarde que temprano. Ahora bien, el hecho no significa que va a volver a ocurrir porque créame que no será así. Tengo bastante claro lo que es una noche sin ataduras. ¿Entiende?.

Dereck Cooper(EN FÍSICO) [✓]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن