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Llego a casa, están cenando y evito mirarlos. Josh no despega su vista de mí y eso me hace sentir tan asquerosa. Subo las escaleras y entro a mi cuarto, me encierro con llaves, Milo es lo único que me hace sentir bien, se frota en mis piernas, y yo lo tomo en brazos.
- ¿Quién es el gatito más lindo? - le pregunto.
- Patética - Milo me responde con la mirada, no lo dice, pero sé que es así. Le doy comida y ronronea.
Bajo por un café, probablemente eso me haga estar despierta en la noche, al menos mañana es viernes, pienso.
Cierro mi habitación con llaves, asegurándome de que Josh no intente entrar, tomo una ducha y me pongo el pijama, es una polera de Iron Man y un short con estrellas, mi estilo ha evolucionado desde que comprendí las miradas asquerosas de hombres que abusan pot el simple hecho ser hombres. Y creo, que incluso los chicos de la escuela parecen ser bondadosos en comparación a Josh, que a sus 23 años, ha decidido hacerme sentir asqueada de mi propio ser. Me resulta una tortura pensar en lo tonta que fui, a los quince años creí que me había ganado un confidente, él se mostraba dulce en esas noches frías donde solía llorar por mi familia, y a veces pienso en lo chico que el mundo es, y cómo estamos conectados, pienso en esa chica que ha quedado como yo, y me pregunto si ha de tener la misma mala suerte que habita en mí.
Tenía quince y él 20, debí sospecharlo cuando insinuó que no somos primos de sangre, que su madre ha conocido a mi tío cuando él tenía un año. Yo le dije que eso no era tema entre nosotros, que no cambiaba en nada el cariño entre ambos.
Debí saberlo cuando me invitaba a su habitación, y me contaba sus cosas con otras chicas, y manipuló mi mente hasta hacerme creer que podíamos tener secretos, me hizo creer que era la chica más hermosa que pisaba la tierra, me hizo creer que si eso quedaba como un secreto, entonces nada malo iba a pasar. No Surprises sonaba la primera vez que me dio un beso tan confundido, tan erróneo. Me hizo sentir grande cuando realmente quería seguir siendo una niña. Perdí noción de cómo un aparente amigo, escaló a ser mi peor pesadilla y la razón por la cual odio la noche.
Hundo mi cabeza en mis rodillas, tengo mis audífonos puestos.
Paranoid Android retumba en mi cabeza y sé que OK Computer es su álbum preferido. Se siente como una pesadilla, pero él siempre ronda, veo su sombra por el rabillo de mi puerta y corro el velador sólo para hacerme sentir segura, aunque sé que el sólo va a advertime de que es su casa y sus reglas, y que Dios ya no me tiene bajo su amparo.
Duermo sólo un par de horas y me despierto para un nuevo día de escuela, me levanto especialmente temprano para no tener que toparme con Josh, no quiero que me lleve a la escuela, así que emprendí una caminata que sabía valdría la pena. Y llego a la escuela, suspiro aliviada, rezando por encontrar motivos para quedarme hasta la noche. Camino, y creo que la escuela me hace incluso más feliz que casa.
