Capítulo 6: en los labios de la tormenta

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─Entonces, si tampoco vives en Westminster, ¿donde vives realmente? ─ preguntaba ella, mientras caminaban por la ciudad nocturna. 

─New Charlton ─ respondió él ─ En verdad mi piso está ahí, pero por mi trabajo, siempre termino en hoteles. 

─Pero... entonces...

─Supongo que siempre estuvimos más cerca de lo que creías. 

Habían cinco minutos de Greenwich a New Charlton, y jamás lo había visto. 

─¿Hace cuánto no vas? ─ le preguntó, curiosa. 

─Desde que inició el rodaje, en realidad. Me he quedado en un hotel de Westminster para no tener que hacer el viaje a diario. 

─Inteligente ─ halagó ella

─En realidad no, quedarme ahí hizo que perdiera veinte minutos de tu compañía. 

─Descuentalos de mi deuda por no haberte llamado. 

─Luego del día de hoy, estás completamente eximida ─ le sonrió él. Mientras caminaban, una pequeña llovizna se instaló sobre ellos, dejando pequeñas gotitas de agua sobre el cabello de ambos. Tom la observó disimuladamente, en busca de alguna reacción por parte de la chica, y al notar la incomodidad de ella, decidió que era un buen momento para hacerse cargo de la situación. ─ ¿Quieres regresar? Lo que menos quiero es que pesquemos una gripe ─ dijo. Y Kat, supo que a él no le preocupaba tanto la gripe, sino que lo hacía para no dejarla en evidencia. No dijo nada en voz alta, pero agradeció en su interior. 

Mientras viajaban en el auto, regresando a Greenwich, entre la suave música de Queen que se reproducía, y las pequeñas gotas que caían del otro lado de la ventana, él vio cómo ella se acurrucaba en el asiento, completamente cómoda. Y aunque Tom notó que ella intentaba no rendirse en el sueño, vio cómo los párpados se le cerraban lentamente. Se sentía repentinamente halagado de que su sistema lo considerara una persona lo suficientemente confiable como para caer en sueño.  

Cuando Kat despertó, notó que él le había colocado su abrigo por encima de ella. Abrió los ojos lentamente, Tom conducía, y movía la cabeza, y los labios, al ritmo de la música, que ahora estaba más baja, siendo más que nada una melodía de acompañamiento. 

─Ay, no... lo siento ─ dijo adormilada aún.

─¿Por qué? 

─No sé que tan ético es quedarse dormida en la primera cita. ─ sonrió. 

─No es un problema, te veías cómoda. 

─Lo estoy ─ dijo viendolo. 

No supo bien que hora era, pero estaba segura de que era tardísimo. Miró hacia afuera por la ventanilla y notó que la lluvía seguía, ahora un poco más fuerte que cuando se había dormido. Él también lo notó, y entonces, habló. 

─¿Tienes hambre? ─ le preguntó él ─ Tendría que pasar por mi casa a buscar un par de cosas, y me preguntaba si querías cenar conmigo. 

─Pues.. estaría encantada. ─ dijo ella mientras la vergüenza seguía instalada en su cuerpo.

Dentro del auto de Tom, todo era cálido. La noche los acompañaba en todo el camino al piso del hombre, y definitivamente el ambiente ameritaba una pequeña siesta. Pero no podía volver a dormirse. Así que simplemente llenó los silencios cantando y soltando pequeños comentarios sobre lo que veía en el camino. Tom no se perdió de responder ninguno de esos comentarios. 

───

Al llegar, notó que la llovizna no había parado, y que gotas gruesas caían del cielo, como la primera vez que se habían visto.

Hold On │Tom Hiddleston │EDITADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora