Capítulo Dos

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Seonghwa llevaba mucho tiempo delante del espejo, mirando su propio reflejo mientras pensaba en cualquier cosa y al mismo tiempo, en nada. Por un lado tenía la mente en blanco, y por otro había un sentimiento latente que le carcomía, incluso cuando se quedó dormido siguió con aquellos detalles en mente lo cual causó que soñase incluso con ello. Se miraba en el espejo, cuestionándose con sus ojos marrones, mientras se arreglaba el cabello una y mil veces actuando por impulso, sin entenderse a sí mismo por lo que le recorría.

Tenía impregnado en la memoria los acontecimientos y eso le comenzaba a exasperar un poco… ¿Un poco? Para Seonghwa ya resultaba insoportable su propia cabeza, porque a pesar de querer reprimir esas ideas absurdas, en un rincón de sí mismo había algo que continuaba con el mismo cuento. Era como si a cada segundo, la ilustración se repitiese sin descanso, que al dormir recrease el instante en que le vio llegar en su lujoso carruaje, con sus negros y misteriosos corceles que relinchaban a la lejanía, viviendo como en el primer momento su figura bajándose de su transporte, con el cabello rubio impecable y los ojos azules como zafiros que se fijaron en su presencia de esa manera poco usual… Seonghwa lo tenía intacto, como Jeong Yunho se apareció en su palacio ganándose el corazón de todos con su porte elegante y su rostro bien parecido, con sus pecas y la piel pálida que le hacían parecer amable… A pesar de que quería tacharlo, no se veía capaz, no tenía el valor.

Pero había algo que rodeaba a Jeong Yunho, y ese algo era el causante del desconcierto del príncipe, el cual le generaba ceños fruncidos, tal como si de un dolor de cabeza se tratase. No le conocía en lo más mínimo, pero Seonghwa sentía algo… Había una cosa en el rubio que le inquietaba, le dejaba impaciente y creaba un escozor en la boca de su estómago, que lo apretaba, le asfixiaba incluso si el único contacto que habían tenido fue el de las grandes y finas manos del rubio estrechándose con las suyas… Además del empalme visual que tuvieron en distintas ocasiones mientras le guiaba hasta sus aposentos.

Creía que su mente estaba sucumbiendo ante la demencia, debido a que no era normal que estuviese obsesionándose por su causa, por su llegada y presencia que le intimidaba. Seonghwa nunca experimentó algo así por alguien… Ni siquiera por las preciosas princesas que su padre le presentaba en distintas ocasiones a lo largo de sus diecinueve años de vida… No existía un pensamiento constante sobre ninguna que denotara fastidio, enojo… Mucho menos inquietud. En su cuerpo no habitaba ni siquiera algo que le generase incomodidad cuando convivía con ellas o incluso con cualquier otro individuo desconocido para él. No se consideraba un experto en lo social, sus hermanos en cambio, sí heredaron esa cualidad, Seonghwa al contrario, se sentía a veces como la oveja negra de la familia, calmado, sonriendo obedientemente y hablando cuando se dirigían a él o cuando le indicaban que podía hacerlo.

Seonghwa a pesar de todo tenía una vida tranquila, no tenía duras obligaciones que seguir como su hermano, él simplemente debía mantenerse en calma para no recibir miradas filosas de su padre, como aquella que le brindó cuando le dijo a Yunho que sería él quien le guiaría, tajante y estremecedora. Seonghwa no tenía problema en mantenerse callado, en obedecer y en calmarse… Después de todo, su personalidad era de ese modo, pero por alguna razón, no podía mantenerse calmado cuando se trataba de cierto rubio el cual no podía arrancarse del pensamiento de una vez por todas.

Se sentía como una traición para sí mismo el no sacarse de la cabeza el instante en que Jeong Yunho le miró con seriedad… Luego con otra de esas sonrisas ladeadas que le generaban angustia y creaban un hueco en su pecho que le incomodaba. Y es que Jeong Yunho no tenía la culpa de su insolencia, Seonghwa realmente estaba considerándose como un exagerado porque tal vez el nuevo Consejero Real era un buen hombre, pero la mala espina seguía ahí… Latente.

Seonghwa frunció de nuevo el ceño y chasqueo la lengua disgustado, por supuesto que estaba desvariando, pero si no dejaba de pensarlo, terminaría por soñar nuevamente con él arribando a su palacio cuando cayera la noche.

❛ ENIGMA。Where stories live. Discover now