Treinta Y Uno

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—¿Quieres un poco más de tarta?

Cleo esperaba el regaño desde ya más de media hora. No llegaba. Su madre estaba de un humor tan grato que por primera vez decidió preparar su postre favorito sin que ella lo pidiese. Desde la noticia del compromiso con Eros, no la trataba de la misma manera.

—No.. Gracias.

—Yo si quisiera más— Elodie dijo, aún teniendo más de medio pedazo en su plato.

Su madre le sonrió y corrió a servirle otra porción igual de grande. Todo eso lo habían preparado con el dinero que Eros le había enviado el día anterior. Cleo estuvo a punto de regresar la gran carreta cuando vio todo lo que le habían dado, le pareció que era demasiado. También les aseguraron que en caso de cualquier necesidad o gusto que quisiese darse, simplemente se los dijeran para que ellos se encargaran.

—Come un poco más— le dijo a Cleo mientras le servía.

Cleo asintió. Ya no era igual, aunque la tratara bien. Después de haberla ignorado tantas veces, la amabilidad que pudiese tener ya sólo se sentía como una fachada.

—Eros fue muy gentil, seguro te quiere mucho.

Volteó a ver a Elodie, pero no, se estaba refiriendo a Cleo. Eso la sorprendió. Nunca parecía incluirla en la misma conversación, mucho menos con Eros ya que no pensaba que tuviesen una cercanía. No se lo había imaginado.

—La quiere mucho, mucho— agregó Elodie sonriente, había estado así todo el día, no podía contenerlo.

Había pensado que Thea y Eros harían una gran pareja algún día, pero había sido mil veces mejor descubrir que entre su hermana y él pasaba algo, algo muy romántico.

—Seguro sí, para ofrecer tanto, ella debe ser muy importante.

Cleo se mantenía callada. Su madre no le hablaba así desde hace mucho, ahora ya era muy tarde. Si hubiese sido así todo el tiempo, le hubiese contado todo y aún podría actuar emocionada frente a ella. Sin embargo, lo único que hacía ya, era quedarse en silencio y asentir.

—Incluso Albern esta muy contento, no vi que les hablara mal— agregó su madre como si lo último tuviese que ser algo normal.— Creo que respetará el trato con Eros.

Cleo realmente esperaba que fuese así, no sólo por ella, sino también por Elodie. Su principal preocupación era que ella se encontrara feliz y cómoda, que nunca le hiciese lo mismo, que nunca la golpease o agrediese de alguna manera. Agradecía infinitamente que el chico de ojos verdes hubiese intervenido en aquel aspecto.

—Ojalá sí— murmuró Cleo.

~ • ~

—¿Qué hacemos?

Eros pareció no entender del todo lo que Cleo estaba formulando en secreto con sus labios. Frunció el ceño intentando descifrarlo ya que no podía oírla.

—¿Qué hacemos?— Cleo repitió, mientras veía de reojo la situación.

Desde el día que Eros había hablado con su madre, las cosas estaban extrañas. Podía notar las miradas de las personas del pueblo, algunas la seguían juzgando, pero otras parecían fomentar a respetarla, incluso una mujer le regalo fruta de su puesto.

Eso no era del todo bueno, ya no podían juntarse a caminar o salir como antes lo hacían. Todos siempre estaban observando. En cualquier otro caso, pensaría que estaba siendo una exagerada, pero al ser el próximo lord, tenía todos los ojos puestos sobre él. Eso le ponía los nervios de punta.

Eros | Timotheé ChalametDonde viven las historias. Descúbrelo ahora