Capítulo 2: Primeras Misiones y Nueva Compañera

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Faltaba poco para las 12 del día, y el sol estaba casi en lo más alto del cielo, brillando. La niña diosa de cabello turquesa estaba apenas despertando, y lo primero que vieron sus ojos fue un ángel...... aunque mas bien parecía un ángel caído. Era Arthas, quien se veía de mal humor y con un rostro de pocos amigos. Cargaba una bolsa en mano...

Aqua también notó algo diferente en la ropa que cargaba. Si bien, tenía la misma camisa pero más arreglada, abotonada y metida dentro de sus pantalones, los cuales eran de cuero y eran negros atado con un cinturón que tenía una funda de espada. Tenía unas rodilleras y coderas puestas, y unas grandes botas de exploración negras. También tenía puesto un peto de cuero reforzado por encima de la camisa, pero era se veía como si fuera un chaleco Y por último, tenía recogido el pelo con una cola de caballo y se había hecho una pequeña trenza en uno de los mechones de su pollina.

Arthas: «Esta mocosa... Enserio, cómo detesto esto de ella»

Aqua: Hum~ *bostezo* Bu-buenos días, Arthas.

Arthas: No me deis los "buenos días". Ya casi es medio día –se veía bastante estresado y molesto con ella– Levántate, hoy tenemos trabajo que hacer.

Aqua: ¿Queee? Pero si hoy tenemos el día libre.

Arthas: ¿Acaso se te olvida? Hoy haremos una misión de cacería. Mientras dormías, yo fui al gremio a aceptar una misión sencilla. También compré algunos equipamientos con el dinero que hemos ganado, aunque sé que no es mucho. Por suerte, fui a una armería donde compré una espada de mano bien diseñada y resistente, más un escudo mediano y ligero que se puede ajustar al antebrazo. Al menos no me tendré que preocupar por un arma.

Aqua: Oh, ¿y qué hay para mí?

Arthas: Para ti, pues.... Como eres una sacerdotisa, pues decidí comprarte un báculo, aunque me lo dejaron en oferta.

Aqua: ¿¡Entonces qué estamos esperando!? ¡Vamos!

En eso alguien golpeo con fuerza la pared.

???: ¡¡Cállense!!

Aqua: ¡Lo-lo siento! –dijo mientras movía de manera cómica las manos.

Después de todo, ellos no eran los únicos que se alojaban en ese lugar. Como se sabía, los hospedajes en las posadas o residencias eran de un precio muy alto para el monedero de un aventurero novato, cuyo sueldo no era tan grande. Era más factible pasar la noche en los establos, y de esa forma no tener que pagar. De hecho Arthas había logrado reunir con su trabajo de jornalero el dinero suficiente para alquilar una habitación por como mucho un par de semanas, pero desde su punto de vista, era mejor quedarse en ese lugar donde no necesitaba pagar. Se podía decir que Arthas seguía en los establos por gusto.

La sacerdotisa y el aventurero salieron de los establos y salieron de la ciudad a pie. Habían ido a una planicie despejada, un tanto apartada de Axel. Su misión era cazar a unas criaturas en específico.

...

Sapos gigantes.

No los subestimes sólo porque sean sapos. Estas criaturas pueden tener el tamaño de un buey o incluso más grande, y puede tragarse a una persona entera. Cuando Arthas investigó sobre eso, quedó completamente extrañado sobre que en este mundo los sapos fuesen así de grandes y se consideren "monstruos", y también quedó sumamente espantado y asqueado a enterarse de que la carne que estuvo llevándose a la boca todo este tiempo, no era de res sino de estas criaturas; al parecer la carne de sapo es comestible. Cuando Arthas leyó eso en la biblioteca, no pudo evitar que le doliera el estómago, hasta incluso vomitó lo cual causó que fuese regañado por la bibliotecaria; y ese mismo día se sintió tan mal que no fue a trabajar, ni tampoco comió durante dos días enteros.

¡Bendito sea este príncipe caído!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora