Capítulo 33

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Evan

Me la había pasado toda la mañana viendo películas con Daniela, ya que estaba enferma. Era lunes y no había querido ir al colegio, yo no había tenido fuerza suficiente para hacer otra cosa más que esto, porque no he dormido por dos noches enteras, por cuidar de ella. La miré y estaba atenta a los dibujos de la pantalla, por lo que aproveché en ponerle el termómetro de nuevo. Cuando sonó el pitido de que podía sacarlo, lo hice y verifiqué el número. Por fin se había ido la fiebre.

—¿Qué dice papi? —dejé el termómetro en la mesa y la llamada entrante de Michael a mi celular captó mi atención.

Iba a ignorarlo como lo he hecho desde que lo recogí de su borrachera, pero sabía que no podía continuar así y menos con él.

—No tienes fiebre —me levanté del sillón y contesté la llamada—. Ahora vuelvo —D asintió con la cabeza y caminé hacia el jardín para tener un poco de privacidad.

—Hasta que por fin me respondes —reí y él también—. Nuevo nido donde poner los huevos y te olvidas del mundo, hermanito.

—¿Para eso llamas?

—¿Cómo estás? —dejó de reír para hacerme esa pregunta, pero aun alegre.

—Daniela se enfermó durante el fin de semana, ya sabes cómo es.

—¿Resfrío?

—Si.

—Quería agradecerte por haber ido por mí la otra noche...me acuerdo de casi todo.

Sabía que lo sacaría en cara a penas le respondiera la llamada y por eso no había querido hacerlo.

—¿Casi todo? —traté de no reír.

—Perdóname. No debí tocar ese tema, sé que...

—Está bien hermano, no te preocupes —escuché cómo soltó el aire que retenía y yo cambié de tema para no ir por el anterior—. ¿Por qué no me dijiste lo de Melanie? Pude haberme emborrachado contigo si hacía falta, esas estupideces las hacíamos juntos.

—Es que siento que no es justo.

—¿Justo? —reí sarcásticamente—. ¿Justo para quién o qué?

—Tengo que irme, tengo una reunión.

—Michael —hablé más que serio, porque él lo estaba.

No valió de nada porque igual me colgó la llamada. Volví a llamarlo, pero no respondió.

—Evan —giré hacia la puerta cuando escuché la voz de Lorena—. Tienes una entrevista con canal 4, te están esperando.

Asentí levemente con la cabeza, aun pensando en Michael. Estaba preocupado por él y sentía de alguna forma que algo nos separaba, pero no lograba encontrar el qué, por más que lo pensara y lo pensara. No era mi indiferencia de estos días, era algo más.

—¿Quieres que vaya contigo? —Lorena se había acercado a mí y ni cuenta me había dado. Me dio la mano y la miré a los ojos.

—Si, ven conmigo.

—Está bien —sonrió y me dio un beso en la mejilla—. ¿Cómo haremos con D?

—Tendremos que llevarla también —suspiré, porque esa idea no me fascinaba.

Marina no había vuelto de ver a su familia todavía, volvería mañana y Daniela no podía quedarse sola en casa. Tamara estaba en la universidad y me dijo que no volvía hasta la noche que Max la traía. Era o llevarla o no ir. Y tenía que ir a esa entrevista. Era más importante que cualquier otra, porque era sobre el evento de fútbol al que asistiré la próxima semana.

Una vida sin tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora