Capítulo 46

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Michael

Cerré el libro que Lucía me había prestado para leer mientras se había ido al baño y lo dejé en la mesa del medio que había en la nueva sala de espera a la que nos habían trasladado, ya que Evan había sido movido a una habitación. Por fin había salido de cuidados intensivos y había estado respondiendo con éxito a la recuperación. Le habían retirado el tubo de oxígeno que tenía hace una semana y los doctores afirman que podría despertar en cualquier momento desde ahora. Tenía mucha emoción de verlo despierto nuevamente y escucharlo. Sólo podía estar más que agradecido con la vida por no haberme quitado a mi hermano. Lo malo era que, nada volvería a ser como antes del accidente y que iba a tener que decirle que Lorena había desaparecido por completo. La llamé y le escribí varias veces para poder darle el pago del último mes y ni siquiera por eso quiso responderme.

Lucía regresó del baño y se sentó a mi lado, dándome la mano. Le di un beso en la mejilla y ella sonrió débilmente. Sigue algo afectada por la pelea que tuve con Melanie hace un par de días cuando le pedí el divorcio. No debí contarle con detalles como es que casi me bota de las escaleras, pero es que lo creí necesario para el desarrollo de la historia. Y para que conociera un poco más a la loca de mi ex esposa. Mis papás todavía no saben nada acerca del divorcio, y espero que se quede así por un tiempo más. Mientras Melanie no hable con ellos todo estará bien. Estoy seguro de eso porque agarrarle la mano a Lucía me hace sentir seguro de cada una de mis decisiones. Desde el día que volví a verla supe que eso era lo que quería. Divorciarme y comenzar una relación con ella. Porque la amo. La he amado desde secundaria y ya es hora de darnos la oportunidad de ver qué sucede con nuestro futuro, juntos. Porque ya pasamos mucho tiempo equivocándonos, con las personas incorrectas.

—¿Qué pasa? —preguntó, asustada. Miré a lo que miraba y vi como tres enfermeros entraron rápidamente a la habitación de Evan. Me puse de pie al instante y caminé hacia allá. Lucía no me soltó la mano en ningún momento.

—Señor Michael —salió una enferma por la puerta, con una gran sonrisa—. El paciente ha despertado.

Sonreí y abracé a Lucía como si Perú acabara de ganar un mundial. No podía creerlo. Era como un milagro.

—Podrán pasar a verlo en un momento, tenemos que hacer un chequeo rápido —asentí con la cabeza ante las indicaciones de la enfermera, aun pegado a Lu.

—¡Despertó, solecito! —reí un poco y la alejé de mí para darle un beso en los labios.

—Es el mejor día de mi vida.

Saqué mi celular del bolsillo y llamé a Tamara, que debería estar en la universidad. No tardó en responder.

—¿T?

—Sí, dime.

—¿Estás en clase? —miré a Lucía, ilusionado.

—Acaba de terminar la que tenía, ¿por qué? Suenas feliz, ¿qué pasa? —sonaba ansiosa, yo también lo estaba.

—Tú papá despertó, T. Puedes venir a verlo.

—No puede ser —susurró y luego rio, bastante feliz—. V...voy, voy, voy para allá.

Me colgó la llamada dejándome sin oportunidad de decirle que si podía le avisara a Mary y a sus hermanas, pero supuse que eso era algo que iba a tener que hacer yo.

—Llamaré a Danica —Lucía sacó el celular de su cartera y la detuve, alzó la mirada hacia mí—. ¿Qué?

—No sé si Evan se sienta cómodo viéndola ahora mismo.

—Pero, ¿no me habías dicho que Lorena se había ido? —traté de no poner una cara que delatara mi sorpresa por aquella pregunta—. Ah, es que no lo sabe —reí un poco y me golpeó el brazo—. Eres muy malo conmigo a veces.

Una vida sin tiWhere stories live. Discover now