LIATOTZA ~◇Traducción◇~

Capítulo 42: Familia.

Hermione despertó, abrió los ojos a la oscuridad y luego ajustó su vista al brillo apagado de los leños en la chimenea. Se estiró y bostezó. Todavía no había rayos de sol de la mañana deslizándose a través de las esquinas de las tablas de madera que cubrían las ventanas de la biblioteca. Estimó que probablemente era justo antes del amanecer. Sorprendentemente, no podía recordar sentirse más renovada y llena de energía en mucho tiempo.

El lugar a su lado en el colchón estaba llamativamente vacío. Giró la cabeza y vio que Draco estaba de vuelta en su propia cama, dormido. Hermione no estaba segura de qué sentir al respecto. No, eso era mentira. Se sintió un poco molesta por eso, en realidad, pero siendo Malfoy, probablemente tenía razones para no dormir con ella toda la noche. En cualquier caso, se sentía demasiado bien como para perder el tiempo compadeciéndose de sí misma.

Por supuesto, su cabeza estaba un poco pesada y había un leve inquietud entre sus piernas, pero no era del todo extraño. Había tenido sus momentos tentativos y tontos con Ron. También había una sensación de herida menos tangible en su pecho, como si hubiera recibido un golpe que no dejó daño físico ni una marca duradera. Sin duda había venido de la efusión de tensión y dolor hace unas horas. El llanto había sido torrencial, recordó, sintiéndose ligeramente mortificada. Para su crédito, Draco la había abrazado todo el tiempo, sin hablarle, pero ella había sentido su mano acariciando su cabello y la misma mano levantando su pesado cabello para colocar suaves besos en la parte posterior de su cuello, en su sien y en su hombro. No podía imaginar que él hubiera llevado una vida en la que brindar ese tipo de consuelo había sido un hecho incluso infrecuente. Como tal, había hecho un trabajo espléndido.

Hermione sintió que las lágrimas brotaban de nuevo. Era un desastre, pero ya no se sentía insalvable. Era un logro y todo eso.

Lo que realmente quería hacer en este momento era limpiarse. Un baño sería espléndido y, por suerte, había un baño en la casa donde todavía corría agua caliente, aunque estaba bastante lejos de la biblioteca. Ella ya había tenido uno a principios de semana y había sido celestial. Dejó su colchón, agarró su abrigo y su mochila, se puso los zapatos y pasó de puntillas junto a la cama de Draco, que estaba más cerca de la puerta. Era imposible no detenerse y mirarlo, aunque se sentía como si estuviera echando miradas furtivas a algo prohibido: Draco Malfoy en su estado más vulnerable. Estaba acostado boca abajo, con un brazo doblado a lo largo de su cabeza, su rostro metido en el hueco de su codo.

Objetivamente, era un hombre adulto condenadamente bien parecido. Este hecho no pasó desapercibido para la mayoría.

Había sido considerado bastante bajito cuando empezaron en Hogwarts, pero como muchos otros chicos, se puso al día con las chicas alrededor del tercer año y luego no pareció dejar de crecer después de eso. Las niñas y los niños por igual habían mirado este fenómeno. Hicieron lo mismo con Harry, pero donde había asombro, admiración y culto al héroe por el modesto, honesto y franco Harry, había algo diferente hacia Draco.

Había sido más que un simple matón. Incluso los niños más pequeños sabían que cruzar a los Malfoy podría significar la pérdida del trabajo de tu padre en el Ministerio, o como algunos susurraban, un accidente que le sucedía a un miembro de la familia donde no había testigos para testificar que el pariente en cuestión no solo había tropezado... sino empujado. Así que sí, los estudiantes se habían quedado observandolo, incluida Hermione. Pero mantuvieron la distancia porque lo que vieron era venenoso. Demasiado arriesgado para comprometerse. Fue un milagro cómo los Slytherin lograron mantener sus amistades. ¿Podría alguno de ellos haber confiado el uno en el otro o haber hablado libremente? Probablemente no. Y la triste verdad era que Draco había sido tanto víctima del legado Malfoy como otro perpetrador.